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534 ENRIQUE RIVERA ¿Qué decir entonces del encomio tan ponderador de A. Geme- lli, al declarar a san Antonio precursos de las mejores dimensiones del pensamiento franciscano? Éstas son sus palabras: «(Antonio) tiene un pensamiento teológico decidido y a veces precursor... Toma del Evangelio y de los Padres la devoción al Sagrado Corazón y la trans­ mite a san Buenaventura; la devoción al Nombre de Jesús, y la transmite a san Bernardino de Siena; la devoción a Cristo, Rey de la creación y redención, y la transmite a Escoto»13. Esta valoración teológica de san Antonio han hecho suya múltiples investigadores antonianos. ¿Qué decir de la misma? Evoquemos como respuesta a esta pregunta un tema teológico muy discutido. Dentro de la gran escolástica surgen dos tendencias opuestas sobre la finalidad última de la Teología. Ésta, en definitiva, ¿es una ciencia para saber o una ciencia para vivir? La tendencia tomis­ ta ha optado por la primera parte de la disyuntiva: la Teología es, pri­ mariamente, un saber teórico que debe ulteriormente iluminar la prác­ tica y dirigirla. La tendencia franciscana ha optado por la segunda: la Teología es un saber esencialmente ordenado a la práctica. Sólo en ella alcanza plenitud. ¿Y no fue san Antonio, con sus vivencias extra­ ordinarias y motivadas, quien dejó en herencia el sentido práctico, sapiencial catequético a la teología franciscana? Tal vez sea ésta la mayor gloria intelectual de Antonio. En verdad enseñó largo y bien la Teología a sus hermanos con su saber más sapiencial que científico, más práctico que teórico, más vivencial que discursivo, más psicoló­ gico que dialéctico. De esta suerte, y en pos de su seráfico fundador, contribuyó a crear un clima franciscano en el que germinarán y fruc­ tificarán las mejores inteligencias de la Orden. A esto hay que añadir que Antonio tuvo igualmente el mérito de proponer y de vivir gran­ des temas que el pensamiento franciscano desarrolló ulteriormente. A estos temas se refiere el entusiasta panegírico que A. Gemelli, en honor de nuestro doctor, y desde el punto de vista en que se sitúa este franciscano y franciscanista, hay que hacerle eco. Antonio, en verdad, anticipa ideas teológicas que vinieron a ser semilla feliz de vida y de pensamiento dentro de la característica Escuela franciscana. 13 G. Abate, Sant’Antonio maestro di Sacra Teologia, en S. Antonio dottore... ( o . c. en nota 23), p. 290.

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