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522 DOMINGO MONTERO textos bíblicos. Esta «radicación» litúrgica es significativa, y es un aspecto de gran actualidad, particularmente destacado por el Conci lio Vaticano II en las constituciones sobre la Sagrada Liturgia y la Divina Revelación. La pretensión de san Antonio no es una investigación teórica, sino una exposición al pueblo fiel de los textos bíblicos de la litur gia dominical de la Iglesia. Expresamente lo afirma: «en esta obra se tocan cuatro materias: los evangelios dominicales, las historias del Viejo Testamento, tal como se leen en la Iglesia el introito y las epís tolas de la misa de los dom ingos»51. Esta unión Biblia-liturgia, si bien no contemplada por san Antonio con la sensibilidad y pers pectiva redescubiertas por el Vaticano II, es, sin duda, un elemento válido a retener en su acercamiento a la Escritura Sagrada. c) Lectura para la Iglesia .—Antonio participa de la convicción de que «toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, argüir, corregir y educar en la justicia» (2 Tim 3, 16 ). Expresamente lo manifiesta en el prólogo: «para edificación de las almas, y para consuelo tanto del que lo lea como del que lo escuche, de la pro pia inteligencia de la Escritura... construí esta «cuadriga». Y en el Epí logo: «para vuestra consolación y edificación de los fieles... compu se esta obra de los evangelios». Esta preocupación pastoral hace que no conciba sus Sermones como itinerarios para la unión del alma con Dios, sino como orien taciones encaminadas a moralizar y cristianizar esta vida. Como Francisco de Asís, Antonio considera que los predicado res deben ser «heraldos del Gran Rey» enviados para reformar la vida cristiana. Piensa, por tanto, que la predicación debe ser moral-peni- tencial: «hay que insistir más en la moralidad»52. Como otro Samuel, Antonio cree que el predicador «debe tomar el cuerno del aceite, que es un vaso cuadrangular, como es la doc trina evangélica, por ser cuatro los evangelios; y de él debe derra mar el óleo de la predicación... sobre el alma del pecador»53. Cons ciente de que, «como el hombre exterior vive del pan material, así 51 Prólogo, 5; I, 3s. 52 Domingo JX p. Pentecostés, 1; II, 5. 53 Domingo de Quincuagésima, 1; I, 40.
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