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514 DOMINGO MONTERO INTERPRETACIÓN ANTONIANA DE LA BIBLIA Al abordar este aspecto fundamental se impone una adverten­ cia, no para evitar críticas, sino para que las que se formulen sean justas, y no se proyecte precipitadamente sobre la hermenéutica bíblica antoniana la sensibilidad crítica moderna. Antonio se mueve, bien que con algunos matices originales, dentro del marco de su tiempo. Su acercamiento a la Escritura y la explicación de la misma están inspirados en una sensibilidad peculiar, distinta y distante de la de nuestros días, al menos en parte 31. La preocupación pastoral-moralizante preside su estudio, su enseñanza y su predicación, en sintonía con el estilo marcado por Francisco de Asís a sus frailes: «Predicar los vicios y virtudes, la pena y la gloria»32. La peculiaridad reside en que Antonio a la predica­ ción franciscana la reviste de ciencia oratoria. Francisco es un «hom­ bre evangélico» y Antonio un «doctor evangélico». Francisco es un predicador; Antonio, además, es el maestro de la predicación fran­ ciscana. Parece, pues, exagerada la afirmación de P. Sabatier: «la dis­ tancia entre estos dos hombres, Francisco y Antonio, es equivalente a la existente entre Jesús y Pablo»33. Estaría, pues, fuera de lugar buscar en la obra de Antonio una exégesis puramente científica. Lo correcto será examinarla con aten­ ción y simpatía para conocerla y valorarla. Procediendo así se comprobará que es una exégesis acomodada a los cánones de su tiempo, transida de celo y pasión apostólica, subordinada a la pre­ dicación y ordenada al bien de las almas. San Antonio es contem­ poráneo del tránsito cultural de la teología bíblico-pastoral a la teo­ logía sistemático-científica. ¿Por cuál de las dos se decantó? En sus Sermones no se trasluce una conciencia refleja de este problema, aunque puede sostenerse que en sus escritos integra ambas sensibi­ lidades, sin llegar a un equilibrio doctrinal con madurez de síntesis. No es un sistemático como Tomás de Aquino, pero tampoco un san Bernardo a merced de sus inflamados afectos. 31 B. S malley , art. cit. 32 II Regla, IX, 4. 33 P. S abatier , Vie de Saint Frangois d ’Assise (Paris 1894) p. 148.

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