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FRAY LUIS DE LEÓN, EN LA SENDA SALMANTINA. 117 agustinos, convertida entonces en alquería de labor; allí, en la casa que se levanta cerca del río, permanece aún la capillita que servía de oratorio al fraile, aunque ahora destinada a despensa. Unamuno, situado en el lugar ameno de Luis de León, abarca una vista de paz, un espectáculo de serenidad, recreándose en la alquería y en la pintoresca aceña que en el mismo río, levantándose frente a aquélla, comunica con la isleta donde el fraile puso el esce nario de los dulcísimos diálogos en que vertió más que en ninguna de sus obras la miel sabrosa de su doctrina. «¡Qué recogida dulzura la de ir hoy al soto aquel a empa parse en la entrañable poesía de Los nombres de Cristo, reposan do de vez en cuando el espíritu y como apacentándolo en la con templación del paisaje que de allí se coge! ¡Qué retiro para mamar la dulcísima y nutritiva leche de doctrina de la más encumbrada obrafilosófica escrita en lengua castellana!». Han transcurrido siglos desde la emocionada descripción del paraje luisiano. La Flecha de Unamuno data de 1902, año de la publicación de Paisajes. Sin embargo, perduran los anhelos de unir se a la dulce vida de sueño que evoca el soto de la isleta del río descrito por el agustino: «Era el soto, aunque pequeño, espeso y muy apacible, y en aquella sazón estaba muy lleno de hoja y entre las ramas que la tierra dé suyo criaba tenía también algunos árboles puestos por industria, y dimdíale como en dospartes un no pequeño arroyo que hacía el agua que por entre laspiedras de la presa se harta ban del río y corría cuasi toda junta. Pues entrados en él Marce lo y sus compañeros, y metidos en lo más espeso dél, y más guar dado de los rayos del sol junto a un álamo alto que estaba cuasi en el medio, teniéndole a las espaldas y delante los ojos la otra parte del soto, en la sombra y sobre la yerba verde , y cuasi jun tando lospies al agua se sentaron». Hoy, en 1991, cuatrocientos años después de la muerte de fray Luis, cien años después de la llegada de Unamuno a Salamanca, La Flecha de los Nombres de Cristo y de La vida retirada continúa ofreciéndosenos como símbolo topográfico del espíritu y de la obra
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