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116 FERNANDO E. GÓMEZ MARTÍN Fray Luis de León inmortaliza así el paraje de La Flecha, con virtiendo el fragmento ribereño que besa el Tormes al aproximarse a Salamanca en una de las topografías más famosas de la literatura española. Este lugar ameno charro ha quedado ligado ya para siempre al nombre del agustino, como, también en tierra salmantina, otros poe tas posteriores han estrechado su apellido con paisajes similares, según atestiguan modélicamente las creaciones literarias de Melén- dez —el valle del Zurguén— y Unamuno —visión de Salamanca desde la vega del Tormes—. 2. EVOCACIÓN UNAMUNIANA DEL RETIRO DE PAZ Y DULZURA Don Miguel de Unamuno, precisamente, quien tantos y varia dos paisajes de la tierra salmantina llevó hasta sus versos, visiones y semblanzas, muestra, muchos años después de fray Luis, especial apego al lugar que permitió al agustino revivir el espíritu horaciano y cantar la descansada vida de quien se aparta de las tempestades del mundo para despertar con el cantar sabroso de las aves en lugar seguro y deleitoso. El rector de la Universidad de Salamanca describe así, en sus Paisajes, La Flecha: «En la ladera del monte, del escarpado o arribe más bien de la meseta, quedan los restos de aquel huerto; allí sigue murmurando la fontana pura que se esconde hoy entre juncos. Es una recogida veguilla en un anfiteatro de escarpes. Una serena calma posa en la sencilla pobreza de aquel paisaje. Aun se alza un sotillo de álamos al abrigo de las laderas, y sobre todo ello se cierne la melancolía del abandono, adiiAnándose por donde quiera que hubo un tiempo en que la mano humana ejerció allí su más pacífico oficio »1. Cuando don Miguel observa y traslada al papel sus impresio nes, la vía férrea, como él nos indica, corta la antigua granja de los 1 Miguel de U nam uno , Paisajes —La Flecha — , Madrid, Alcalá 1966.
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