PS_NyG_1995v042n002p0115_0132

FRAY LUIS DE LEÓN, EN LA SENDA SALMANTINA. 127 mo desciende al alma fecundante lluvia de paz. El silencio mismo que allí impera canta paz y a la paz bendice la soledad del sitio. Allí el maestro León se hartaba de campo, escuela viva de paz, y de paz gozaba allí como en ningún sitio. (...) Era para el maestro León la reposada campiña escuela de amor puro y verdadero, la tierra toda «morada de grandeza, templo de claridad y de hermosura». Sólo desde el campo cabe penetrar en toda la sublimidad de la vasta llanura de los cielos; sólo desde el paisaje adquieren su más acabada significación los simbólicos celajes; sólo el verde de los campos da su preñado sentido al rosa de las almas y al azul de los espacios. Allí, en la Flecha, rompía como los pájaros a cantar en vien­ do lo verde y de la callada música de aquella amplia vestidura del espacio recogió la dulcísima melodía de sus cantos. Regalada música eran para su alma los perfiles de la lejana sierra, la argentea capa que hasta el verano la reviste, el cristal de las aguas, la resignada sencillez de los álamos... (Unamuno, La Flecha, III) Como el propio Unamuno nos dice al trazar la semblanza de su querida Salamanca, este paraje sencillo y tranquilo de La Flecha es uno de esos lugares modestos y sobrios que inspiran a los poe­ tas porque les permiten llegar hasta el interior del ser de donde manan el sentimiento y la creación. Y en los sotos de las orillas del río, con su verdura discreta y sobria, sin esa lujuriosa exuberancia de los países de selva, con esas dulces perspectivas virgilianas u horacianas. Ha sido en pai­ sajes así, limitados, sencillos, al parecer pobres, donde ha nacido la poesía eglógica. Aquí se inspiró fray Luis de León. Y los que hablan de la fealdad del campo castellano no saben lo que dicen. Tienen la mda vulgarizada por los cromos de comedor de fonda. 5. PERVIVENCIA DEL PORTUS QUIETLS LUISIANO EN LOS POETAS LIGADOS A SALAMANCA La visita al tranquilo rincón de fray Luis, a su refugio de ver­ dura y de sosiego, a su asiento de paz — como llama don Miguel al

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz