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FRAY LUIS DE LEÓN, EN LA SENDA SALMANTINA.. 125 En efecto, hasta el lugar ameno y la fontana pura del autor de La vida del campo van a seguir acercándose los hombres y los poe­ tas en busca de las auras que refrigeran y de los ecos sonoros que extasían el ánimo. Medio siglo después, en el verano de 1953, los participantes en el II Congreso de Poesía, celebrado en Salamanca, se desplazarán también hasta La Flecha, rindiendo así tributo al poeta de la vida retirada, como había postulado Unamuno para este rincón apaci­ ble en sus Paisajes de 1902. Allí quedó dando fe del homenaje el monumento erigido en memoria de fray Luis hasta que otros intere­ ses alteraron ya en nuestros días el paraje. 4. LA FLECHA, CAMPO DE RECOGIMIENTO E INSPIRACIÓN ¡Oh campos verdaderos ¡Oh deleitosos senos, ¡Oh prados con verdadfrescos repuestos valles, de mil bienes [y amenos! [llenos! ¡Riquísimos mineros! Como señala Unamuno en La Flecha (III), media una íntima relación entre el amor que fra y Luis profesó a la campiña y el amor ardiente con que amó la paz. Fray Luis exalta la vida del campo porque éste, aunque débil­ mente, es el más fiel trasunto del alma región luciente, prado de bienandanza, y elogia también al pastor porque, como Cristo, goza del cielo libre, y ama la soledad y el sosiego, y en el silencio de todo aquello que pone en alboroto la vida tiene puesto él su deleite C.J. La vida pastoril es vida sosegada y apartada de los ruidos de las ciudades y de los vicios y deleites dellas. Es inocente ansí por esto como por parte del trato y granjeria en que se emplea. Tienen sus deleites y tanto mayores cuanto nasen de cosas más sencillas y más puras y más naturales: de la vista del cielo libre, de la pureza del aire, de la figura del campo, del verdor de las yerbas y de la belleza de las rosas y de las flores.

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