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LA DEVOCIÓN CONFRATERNAL DE LA VERACRUZ 95 Y en otra congregación benedictina coetánea, la alemana de Bursfeld, un abad de San Matías de Tréveris, Juan Rodé, se dio por su parte (por esa misma vía alternante, emporio de la libertad en definitiva) a componer E jercicios tendentes a hacer personal­ mente fructífero para sus monjes el canto coral de las horas —o sea, el breviario, lo que al misal las numerosas preparaciones a la celebración de entonces y mucho después— . Uno de aquéllos, el E x ercitium b rev e et u tile d e p a s s io n e D om in i, nos cae aquí de lleno 18. Mas debemos acercarnos más a lo preciso de nuestro argu­ mento. EN POS DE LAS MANIFESTACIONES CONCRETAS Una de ellas, quizás la más vinculada a la devoción de la Vera- cruz, es la de las C inco L la g a s 19. Y el citado abad Juan de Rodé, entre los siglos xiv y xv, ya hacía hincapié en ella 20. Lo cual no es tan significativo como que, ya en la primera de estas centurias, tuvie­ ra su fiesta en el calendario propio de un monasterio prusiano de los fundados por San Bonifacio, el de Fritzlar, en Turingia, el tercer viernes de Cuaresma, para ser incluida en el siglo siguiente en los breviarios franciscano, dominico y carmelita21. En cuanto a las Siete P a la b r a s de Nuestro Señor en la cruz misma, su origen en el tratamiento literario pío se señala en un tra­ tado escrito por el abad benedictino Arnaldo de Bonneval22, cuya 18 U . B erliere , Revue bénédictine, 12 (1895) 97-122, y Revue liturgique et monastique, 15 (1930) 198-209. 19 De la Veracruz y de las Cinco Llagas se llama una de las hermandades estu­ diadas por nosotros en Las cofradías de Sepúlveda (Segovia 1987). 20 V. R ed lich , Johann Rhode. Ein deutscher Reformator des 15. Jarhunderts (Münster 1923), y P. B eck er , en Spiritualität heute und gestern (= Analecta Cartu- siana, 35, 2; Salzburgo 1983) 128-42. 21 B eringer , Die Ablässe (Paderborn 1906) 173-5. 22 G . O u r y , Recherches sur Emaud, abbé de Bonneval, historien de saint Ber­ nard, en Revue Mabillon, 59 (1977) 97-127; obras en PL, 189, 1507-1760. De la tra­ dición cisterciense recordemos sobre todo a San Elredo, a quien se ha atribuido el himno Dulcis Iesu memoria; véase R. G reg o ire , Richesses monastiques et spirituelles

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