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94 ANTONIO LINAGE CONDE la devoción litúrgica y la privada, dentro de la tradición benedictina nos encontramos en el inspirador de la Congregación de Santa Jus­ tina de Padua o Casinense, a Luis Barbo, «un hombre del Renaci­ miento ya», que le ha llamado dom Gregorio Penco, concretamente en su Forma orationis et meditationis, uno de los primeros tratados de oración metódica, en tres grados para cada día de la semana, a saber: el vocal, el afectivo o mental stricto sensu y el contemplativo, y lo que aquí nos interesa más, una insistencia en la composición de lugar, tanto de la obra de Dios como de la vida de Cristo 15, ésta exclusivamente los viernes, que se dedicaban a la pasión. Y sin embargo, más que en la devotio moderna , en definitiva la protagonista causal de esta forma oracional, él pudo recurrir a la tradición franciscana l6, sobre todo por el Arbor vitae crucifixi, de Hubertino de Casale, sin olvidar a San Bernardo, por supuesto 17. Con la resultante, a que íbamos, de que llegó a verse en la liturgia, de una manera incluso predominante, si bien en la dimensión psi­ cológica, ya que en la teológica no, pues quedaba a salvo la esen- cialidad de canto a las alabanzas divinas que era sin más el oficio, una misión estimulante de la piedad individual. 15 Recordemos, entre tantos ejemplos, en la Cataluña monástica bajomedieval, el Llibre d ’amoretes atribuits a un ermita de Montserrat del segle xiv (Montserrat 1931). 16 Cierto que la devoción a la humanidad de Cristo in genere se ha vinculado al cristocentrismo de la Regula Benedicti. Pero ello nos situaría en un plano diverso al de las manifestaciones efusivas que ahora venimos buscando; J. L ec ler c q , Sur la dévotion à l’humanité du Christ, en Revue bénédictine, 63 (1953) 128-30 (reimp. en Recueil d ’études sur saint Bernard et ses écrits, 1, Roma 1962, 108-11). Aunque no podemos preterir lo remoto de los llamamientos al Corazón de Jesús, prebene- dictinos incluso si se nos permite en el benedictinismo, desde San Gregorio; Godo- fredo de Admont (PL, 174, 339; cf. Drogon, ibid., 166, 1550) veía en él la fuente de la luz para interpretar la Escritura, lo que equivalía a la de la teología monástica tout court; véase J. B ainvel , en Recherches de Science religieuse, 6 (1916) 479-93. 17 G. P icasso , La preghiera nel movimento spirituale di Santa Giustina, en La preghiera nella Bibbia e nella tradizione patristica e monastica (Roma 1964) 738- 69; en cuanto al «Kempis», véase R. P itigliani , LI venerabile LudoiHco Barbo e la dif­ fusione dell'Imitazione di Cristo»per opera della Congregazone di Santa Giustina (Padua 1943), y G. P icasso , L’imitazione di Cristo» nell'epoca della «devotio moder­ na» e nella spiritualità monastica del secolo xv in Italia, en Rivista di storia e lette­ ratura religiosa, 4 (1968) 11-32.

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