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LA DEVOCIÓN CONFRATERNAL DE LA VERACRUZ 109 la imagen. Ése fue el caso de los C rociati de San Pedro mártir, de vinculación dominica, continuadores de la «Sociedad de la Fe», de auxiliares seglares de la Inquisición, que el santo titular mismo había erigido en 1232, y que tomaron por patrón inmediatamente de su canonización, en 1253. Tramontada en la segunda mitad del xiv, el inquisidor de Bolonia, Corrado d’Allemagna, la restableció, siempre con base en las normas del antiguo instituto de oficiales municipales del mismo Santo Oficio y en la bula pontificia Ad extir- p an d a , de 15 de febrero de 1252. Los hermanos se llamaban Croce- segnati. Ahora bien, aunque la devoción de la cruz no era su moti- vadora, indiscutiblemente contó en ellos. Así, el penitenciario de la catedral y vicario del inquisidor hizo imprimir para los de Milán, en 1579, el Sento inespugnabile d e i cavag lieri d i san ta F ed e d i San Pietro Martire, ove si tratta d el mistero della Croce, fray Giovanni- Maria Caneparo 60. En cuanto a las cofradías marianas primeras dentro de esta plé­ tora, su titularidad más común originaria es la de Santa María de la Misericordia, enlazando por tanto con el sentimiento específico de las de la cruz un tanto. Y recordemos que las eucarísticas encontra­ ron su mejor medio a raíz de la institución de la fiesta del Corpus en 1246, con el inmediato desarrollo de su procesión. La costumbre de los miembros de los gremios de llevar una vela en la misma está quizá en el origen del avasallador desarrollo en todo el movimiento confraternal de lo que nosotros hemos llamado civilización de la cera, y ha dejado huellas incluso en una alusión de El Quijote al pago en cera, en vigor en el mismo61. En esta diferenciación de lo confraternal, y desde luego sólo a una guisa indicativa y exclusivamente para los comienzos, en cuan­ to andando el tiempo, en la evolución de la historia de la Iglesia y 60 G. G. M eerssem an, Les confréries de Saint-Pierre Martyr, en Archivum Fra- trum Predicatorum, 21 (1951) 51-196 (en italiano, en Ordo fratemitatis. Confrater­ nite e pietà dei laici nel medioevo, en Italia Sacra, 25 Roma 1977, 754-920); A. P a le s tr a , La regola dei crocesegnati di Introbio e di Vigevano, en Ambrosias, 40 (1964), suplemento al nùm. 4, 51-61; Regola dei Crocesegnati di San Pietro Martire di Laorca nella pieve di Lecce, ibid., 32 (1956) 232-4. 61 Es reveladora la lectura del Tratado de la sagrada luminaria, del canónigo de León Juan González Villar (Madrid 1798).

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