PS_NyG_1995v042n002p0089_0113

LA DEVOCIÓN CONFRATERNAL DE LA VERACRUZ 107 que aluden a él en los siglos más tempranos se puede deducir en concreto que sí se manifestó en la realidad con una cierta abun­ dancia. Ya lo vio así dom Henri Leclercq, al recoger sus huellas más antiguas 53 y tildar su tarea sencillamente de «una tentativa de agru­ pación de textos que el porvenir podrá enriquecer y precisar mediante descubrimientos felices y lecturas atentas»54. De lo que no cabe duda es de que, situar a la cabeza de la historia confraternal, las ordenanzas promulgadas el año 852 por Hincmaro de Reims, De confratris eorumque conventibus, no sería de recibo. Y es evidente la trascendencia que tiene la expresión del Concilio de Letrán, el año 1180, de haber ya cofradías in p luribus locis, o sea, cuando todavía eran raras las fuentes, sobre todo para las de seglares. Sien­ do también significativa la aparición, al principio, de las mismas para las confraternidades espirituales entre los monasterios, a partir de San Bonifacio sobre todo, y después entre los clérigos de esa y otra índole, o sea, de las entidades o gentes que escribían más y conser­ vaban mejor lo escrito. Lo cierto es que, desde la Italia urbana y burguesa del siglo xiii , las fuentes relativas a las confraternidades abundan por doquier, si bien ello no quiere decir no se hayan perdido en una proporción mucho mayor que las monásticas y clericales55. En 1260, el ermitaño Ranieri Fasani suscitó el movimiento de los Flagelantes56 en Perusa, vestidos de un saco y llevando un cinto de cuerda, además de las disciplinas, participando también las muje­ res, aunque éstas se disciplinaban ora de noche en sus casas, ora al atardecer en el interior de las iglesias. Los Disciplinan di Cristo se propagaron por toda Italia —a Imola por Bolonia, Módena, Reggio, Parma, Piacenza, Tortona y Génova— , y en Roma, en 1267, ya apa­ reció la cofradía luego llamada del 'Gonfalone, con muchas agrega- 53 Dictionnaire d'archéologie chrétienne et de liturgie, 4, 2553- 54 Véanse H. D ura n d , Dictionnaire de Droit Canonique, 4 (1949) 128-76, y J. D uh r , La confrérie dans la vie de l’Eglise, en Revue d ’histoire ecclésiastique, 35 (1939) 439-65. 55 Obra ya clásica la de G. M . M o n t i , Le confraternite medievali nell’alta e media Italia (2 tomos, Venecia 1927). 56 Frustati, battuti (vattenti en los dialectos meridionales).

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz