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LA DEVOCIÓN CONFRATERNA!. DE LA VERACRUZ 103 él, en el Thabor, no se habría dejado absorber, sino que se habría eva­ dido hacia la cruz. Les rassasiements de la gloire éternelle ne peuvent étancher la soif qu ’il a de souffrir. Estribando ello, si bien llevado hasta la obsesión, en hacer viviente el mecanismo de la idea paulina, proposito sibi gaudio, sustinuit crucem. Lo cual, según Bremond, el padre Chardon lo expresa con toda la dificultad del maridaje entre la escolástica y la retórica, del latín de Santo Tomás y el francés anticipa­ do de Balzac. Diciendo incluso que Dios no llegó a amar nada tanto como el bien de morir que al fin y al cabo fue Judas quien se lo acabó proporcionando. Habiendo de reconocer la especie de monstruosidad metafísica ínsita, ya que a la fuerza la presencia de Dios lleva consigo el principio de la alegría. Ahí pues la paradoja de Cristo y la paradoja fundamental de la mística, la suspensión en su vida terrena de los efec­ tos naturales de esa alegría durante más de treinta años. Pero estas consideraciones nos han alejado un tanto de la mate­ rialidad de la cruz, que cuando enfocamos el fenómeno confrater- nal no podemos perder en ningún momento de vista 47 y a la que por ello retornamos. EL CAMINO DE LA CRUZ Y LA IDEA REPARADORA Ya dijimos del Viacrucis, una devoción de peregrinación espiri­ tual originada en el recorrido concreto de la peregrinación material, que reproducía el que en su día hizo Jesús camino del calvario. En cuyos inicios y consolidación, hasta la forma definitiva tan unlversa­ lizada de las catorce estaciones, asistimos de nuevo al flujo y reflujo de los espacios y de los tiempos. A finales del cuatrocientos, en Alemania y en los Países Bajos surgen las devociones a las caídas de Cristo durante la pasión y res, la muerte de Cristo se considera menos como un misterio doloroso que como un misterio glorioso»; ¡cotejemos con el padre Chardon! Y a propósito de Jerusalén, no vamos a entrar en su simbología, por su paralelo a la Jerusalén celeste. Apunté­ moslo sólo cual elemento suplementario de sacralización de la Veracruz allí. 47 «El Antiguo Testamento y la mística de la Cruz» es el título del último párra­ fo del capítulo de Bremond que hemos citado; interesante por esas vías desmateria- lizadoras.

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