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LA DEVOCIÓN CONFRATERNA!. DE LA VERACRUZ 101 que el rey Cosroes se había llevado de Jerusalén a Persia. Y cuando se formó la liturgia romano-galicana, en nuestro rito latino quedaron ambas fiestas con esa inversión ya consagrada —recordemos que el hallazgo había tenido lugar en la efemérides de septiembre— . Entre los textos litúrgicos de ambas no había una oposición total, si bien la de mayo insistía más en la alegría pascual y la de septiembre en el sufrimiento del Salvador. En cambio, en Oriente se perdió aquella conmemoración, y la fiesta de la cruz en sí, de su madera stricto sensu, es decir, como imagen y no cual reliquia, se fijó el tercer domingo de Cuaresma40, aunque sus orígenes concretos no estaban en la Ostensión, sino en la adoración de la cruz del Viernes Santo41, la cual luego se perdió en el rito bizantino, aunque no en el copto ni en el sirio ni en el armenio. En Occidente, ya estaba, a caballo entre los siglos vi y vil, apareciendo extensamente en el Sacramentado Gela- siano y en el Antifonario Gregoriano. Sin que haya aquí lugar para entonar unos laudes a la máxima belleza de sus textos, pero sí traer a colación lo que suponen de integración de elementos propios y orien­ tales, un rincón pintiparado para reflexionar en torno a la evolución y a las conexiones entre los ritos y las tradiciones de variedad en la unidad. Al popu le metis se le da un abolengo visigótico, y el oriental del trisagion salta a la vista. Y en la segunda parte, desde la antífona crucem tuam , formando parte de ella el Vexilla regis, ya se anticipa el júbilo de la resurrección. Por otra parte, su dramatización es del acervo que contó en los orígenes del teatro medieval. Baste la evoca­ ción del Ordo XIV, de Clemente V, el año 1311 42. Y ni que decir tiene que esa ambivalencia de la humillación y el triunfo, y el sufrimiento y la alegría a través de la expiación reden­ tora, es la entraña sin más del cristianismo. Por lo cual sólo vamos a aludir a algún botón de muestra43. 40 Equivalente al segundo latino. 41 Que se hacía otros días más por el concurso de fieles, y pasó a Constanti- nopla. Extenso artículo sobre la adoración en sentido doctrinal, de H. Q uiluet , Dic­ tionnaire de théologie catholique, 3 (1923) 2239-63. 42 Datos en Vies des saints et des bienhereux par les bénédictins de Paris, 9 (1947) 63-78. 43 Recordemos que en Oriente la representación de la crucifixion es rara. Así como los estigmatizados entre los fieles.

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