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50 ENRIQUE RIVERA más que lo uno”, Avicena afirma que Dios solamente puede tener un acto simplicísimo, por el cual se conoce a sí mismo. De este acto de conocimiento procede el primer Ser causado, que es la primera Inteligencia... A partir de esta Inteligencia prosigue la emanación en forma de tríadas...»10. Adviértase el nulo influjo de la eficiencia en este proceso descendente de los seres. El neoplatonismo cristiano no hizo problema entre la participa­ ción y la eficiencia. Asume, sin inquietarse, las fórmulas emanatistas que vienen a él por la venerada vía del Corpus Dionysiacum. Sobre este Corpus acuña esta fórmula de muy feliz historia: Bonum est dif- fu sivum sui. San Buenaventura es largo en utilizar esta fórmula. A ella añade las clásicas imágenes emanatistas, propuestas por el platonismo desde la primera hora: el sol, que difunde sus rayos; la fu en te, que derrama sus aguas. Es de notar que San Buenaventura, al utilizar tan bellas imágenes, no tiene reparo en incorporarlas a un lenguaje emanatista. Sin embargo, sería muy contrario a la metafísi­ ca de este doctor interpretarlo en sentido emanatista a lo Plotino o Avicena. Él se vincula reciamente al Corpus Dionysiacum. Pero hoy nos preguntamos muy en serio si este Corpus superó el esquema neoplatónico emanatista 11. De todo este historial deducimos que Platón dejó muy en el aire la relación del Bien con el mundo de las ideas, al declararlo causa — a itía — de todo lo bueno y lo recto. Esta causalidad del Bien, ¿es la participación efusiva o es genuina causa eficiente? La ambigüedad de esta fórmula la hace patente el historial que hemos dado de su distinta interpretación. Tal vez sea aún más inaceptable la actitud de Platón en el ter­ cer momento de su teoría de las ideas. Desde una perspectiva pos­ terior es obvio que le hagamos la pregunta: ¿se halla el mundo de las ideas en Dios o frente a Dios? En su Timeo, Platón parece optar claramente porque el mundo de las ideas se halla frente a Dios —el D em iurgo que construye el mundo— para servir de paradigmas según los cuales éste va dando estructura y belleza al cosmos. Sobre 10 G. F ra ile , Historia de la filosofía, BAC, Madrid I960, II, p. 636. 11 Para una ampliación nos remitimos a nuestro estudio La metafísica del Bien en la teología de San Buenaventura, en Naturaleza y Gracia, 1 (1954) 7-38.

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