PS_NyG_1995v042n002p0045_0086

OPCIÓN DE JUAN DUNS ESCOTO ANTE DOS GRANDES. 73 que Aristóteles nunca pensó. Y lo que es más: le fue imposible pen­ sar. La raíz del contraste entre el maestro y el discípulo se halla en que Aristóteles razona desde la filosofía de la esencia. Y su mundo esencial, tanto en física como en metafísica, tiene las características de necesidad e inmutabilidad de las ideas platónicas, ubicadas en el topos ouránios. La proposición 9, condenada en París en año 1277, recoge esta enseñanza aristotélica: «Quod non fu it primus homo , nec erit ultimus, immo semperfuit et semper erit generatio hominis ex homine »56. Consciente o inconscientemente —pienso más bien lo segun­ do— Santo Tomás barrenó el necesitarismo físico de Aristóteles por doble motivo. En primer lugar, al proponer las relaciones del mundo sensible pendientes últimamente de la voluntad divina, como lo prueba la existencia del milagro. En segundo lugar porque, acepta­ da la perennidad de las esencias específicas —hombre, caballo, perro...— , su existencia es siempre un don de Dios. Es lo que dice la segunda parte de la sentencia bimembre. Puede y debe verse en ella una repulsa radical del necesitarismo griego, al proclamar que la existencia — esse —, tanto en el primer momento de la creación como en el segundo y más prolongado de la conservación, se halla totalmente en dependencia del Ser Transcendente. Éste dona a todas las cosas la existencia, y en la existencia las conserva. Se podrá dis­ cutir esta metafísica desde otras perspectivas. Nadie, con todo, podrá negarla rigor mental y claridad transparente. Por eso ha subyugado tantas inteligencias. No fue Escoto una de las inteligencias subyugadas por el rigor y claridad de esta metafísica. Por el contrario, nunca los manuales tomistas, insistentes en acusarlo de ser el contradictor número uno de Santo Tomás, han tenido mejor respaldo para su actitud, global­ mente infundada. Al margen, con todo, de quisicosas escolásticas, queremos mostrar a doble columna cuán diferentes son ambas meta­ físicas: la del esse de Santo Tomás y la de la essentia de Escoto. Esta doble columna hará más sensible nuestra reflexión sobre ambas metafísicas, teniendo en cuenta que la de Santo Tomás ya la hemos sustancialmente expuesto. Toca ahora mostrar especialmente la 56 Véase la nota 15.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz