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OPCIÓN DE JUAN DUNS ESCOTO ANTE DOS GRANDES. 55 años solares. Han llamado mucho la atención estas afirmaciones cós­ micas. También Escoto alude a ellas 19. Pero no siempre se ha visto que la contextura metafísica de esta mentalidad tiene su raíz en la convicción de que la quididad específica de la realidad sensible repi­ te el esquema inmutable de las ideas eternas platónicas. Al precisar la relación de las ideas con el mundo sensible, los platónicos han subra­ yado siempre la participación, pero sus explicaciones la dejan siem­ pre en penumbra. Aristóteles, por el contrario, elimina este concepto de participación al sentenciar que las ideas no están separadas, sino insertas en las cosas sensibles, de las que vienen a ser la esencia, la forma, la quididad, la especie. Estos vocablos declaran que las notas de constitución y perennidad de las ideas del cosmos noetós se man­ tiene, según piensa Aristóteles, en el mundo que nos rodea. Aquí se halla la más honda raíz del necesitarismo, proclamado por el aristote- lismo averroísta medieval. ¿Qué actitud tomó Escoto ante el mismo? La límpida solución de Escoto a este grave problema metafísico que acabamos de exponer consiste en ver las ideas platónicas como meras ideas posibles que se hallan presentes en la mente divina. De entre los innumerables posibles, la voluntad divina va seleccionan­ do Ubérrimamente a los que llama la existencia. Esta voluntad divi­ na, de la que Escoto afirma reiteradamente que actúa «ordinatissime volens» 20, no viola la constitución interna de las cosas. Éstas son lo que son. Pero el que lleguen a tener existencia se debe exclusiva­ mente a la liberalidad de Dios, que ha elegido este orden de formas especificativas que van repitiendo su quididad en los diversos indi­ viduos en que se concretizan. Dos breves textos de Escoto nos dan el mejor refrendo a lo que terminamos de escribir. El primero que seleccionamos asume y rec­ tifica lo mejor de la teoría platónica de las ideas. Escoto escribe: «Dico quod quaelibet essentia creata in quantum talis essentia crea- ta, est secundum determinatum exemplar, et ideo quaelibet reprae- sentat Deum sub ratione vestigii»21. Sabido es que los metafísicos 19 Ordinatio, II, d. 2, pars 1, q. 4. (Ed. Vaticana, 7, pp. 219-230). 20 Ordinatio, III, d. 19, q. única, n. 6. (Ed. Vives, 14, p. 714 a). Es este princi­ pio su punto de partida para exponer los signos progresivos del plan divino. 21 Ordinatio, d. 3, pars 2, q. única, n. 331, p. 200. (Ed. Vaticana).

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