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10 SATURNINO ARA LA ACCIÓN PASTORAL O LABOR MISIONAL Hacemos unas previas distinciones, en la esperanza de poder darnos a entender más fácilmente, en las reflexiones ofrecidas en torno a los capítulos IX y XII de las Constituciones. La evangelización no es una tarea de la Iglesia, sino la tarea de la Iglesia, en la que todo debe estar al servicio de la evangelización 7. Como dijo el papa Pablo VI: «La Iglesia es depositaria de la Buena Nueva, que debe ser anunciada» 8. La evangelización es también la tarea de los institutos religiosos, si bien «el apostolado de todos los religiosos consiste primeramente en el testimonio de su vida consagra da, que han de fomentar con la oración y con la penitencia»9, y el de autorizada de los obispos latinoamericanos— “la nueva evangelización surge en América Latina como respuesta a los problemas que presenta la realidad de un con tinente en el que se da un divorcio entre fe y vida, hasta producir clamorosas situa ciones de injusticia, desigualdad social y violencia”. En las iglesias europeas, por el contrario, se advierte una postura más fría y dis tante frente al proyecto. Creo que puede favorecer esta frialdad una sospecha no clarificada respecto a las metas de esa nueva evangelización, que, en opinión de algunos, podría estar emparentada con el reciente auge del fundamentalismo, un fenómeno universal, característico sobre todo del judaismo y del Islam, pero que se da también en el cristianismo, aunque de forma más moderada. Con otras palabras, ¿no será, tal vez, el programa de la nueva evangelización un esfuerzo romántico por resucitar un nuevo y trasnochado régimen de cristiandad? Naturalmente, no se trata ría de colocar otra vez el poder político bajo la tutela de la fe...». L. González-Carva- jal, Evangelizar en un m undo postcristiano, Bilbao 1993, pp. 121-122. No seguimos transcribiendo; juzgue el lector. 7 Véase la carta pastoral de los obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, E van gelizar en tiempos d e increencia, Pascua de Resurrección, 1994. 8 Pablo VI, Evangelii nuntiandi, 15. «Lo que el Espíritu Santo dice supone siem pre una penetración más profunda en el eterno Misterio, y a la vez una indicación a los hombres que tienen el deber de dar a conocer ese Misterio al mundo contempo ráneo, del camino que hay que recorrer. El hecho mismo de que aquellos hombres fueran convocados por el Espíritu Santo y constituyeran durante el Concilio una espe cial comunidad que escucha unida, reza unida, y unida piensa y crea, tiene una importancia fundamental para la evangelización, para esa nueva evangelizazión qu e con el Vaticano II tuvo su com ien zo. Todo eso está en estrecha relación con una nueva época en la historia de la humanidad y también en la historia de la Iglesia». Juan Pablo II, Cruzando el um bral d e la Esperanza, Barcelona 1994, p. 166. 9 Canon 673.
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