PS_NyG_1995v042n002p0007_0043

40 SATURNINO ARA tacar uno de los grandes retos de nuestro tiempo. Y así se dice en el punto segundo: «Por eso también nosotros tengamos en gran estima, como instrumentos aptos para evangelizar a los hombres de nuestro tiempo, los modernos medios de comunicación social, capaces de llegar y de mover a las masas y a toda la sociedad». La atención que las Constituciones dedican a los medios de comunicación social, no diremos que sea excesiva, quizá aparezca algo desproporcionada, pero correcta, en comparación y frente al tratamiento que se da a otros sectores, como podrían ser la acción caritativa y de promoción social en favor y en relación a los pobres y necesitados y la misma predicación o apostolado de la palabra. No aparece especificada la tarea catequética, la formación religiosa esco­ lar, la pastoral juvenil, la religiosidad popular 63 y, al lado de ésta, el tema tan profundamente sentido por muchos hermanos: el del diálo­ go cultural, en la sociedad, con los profesionales de la ciencia. Los contenidos culturales y las actitudes espirituales y morales de los cristianos y de las gentes, en general, están fuertemente con­ dicionados por la influencia de los medios de comunicación social. Así lo vieron los capitulares que, dejados llevar, tal vez, por un cier­ to impulso emocional64 redactaron los siguientes puntos, todos ellos de gran valor: «Ahora bien, se escribe en el punto tercero, con objeto de que el variado apostolado a través de dichos medios de comuni- 63 «No hay duda que la religiosidad popular necesita una purificación de sus puntos de referencia, que pueden manifestar deformaciones del cristianismo y hasta supersticiones, ambigüedades, pesimismo exagerado y utilización interesada de Dios. Pero, siguiendo a Antonio, también podemos preguntarnos si nuestra piedad no debe ser más popular, a fin de expresar mejor nuestra minoridad, que no se limita, ni mucho menos, a la atención a los últimos-. Así escriben los cuatro Ministros de la Familia Franciscana en su escrito de 13 de junio de 1994, Antonio, hombre evangéli­ co, 21. 64 «Oí en el capítulo que la redacción de este número (Constituciones de 1968) fue obra del P. Hilarino de Milán, predicador apostólico (excepto el inciso 6, escrito en 1982)». R. M. Grández, Cartas sobre las Constituciones, o. c., p. 238.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz