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EL PATRIMONIO ESPIRITUAL DE LOS HERMANOS. 23 tirio como signo preclaro de santidad35, algo de lo que todos somos testigos, al constatar las muertes heroicas de nuestros hermanos, en particular en tierras llamadas de misión, hoy Iglesias nuevas 36. ORGANIZACIÓN DEL APOSTOLADO (const. 146) Una vez descritas las características o rasgos propios y más des­ tacados del apostolado capuch ino, el texto de las Constituciones Capuchinas pasa a presentar algunos de aquellos puntos más sobre­ salientes de la organización y programación de «cualquier género de apostolado, aunque sea de propia iniciativa», afirma el punto primero de la constitución 146, que continúa di­ ciendo: «ejérzanlo los hernanos con ánimo pronto bajo la obediencia de la autoridad competente». «Quedando a salvo el derecho del Sumo Pontífice a disponer del servicio de la Orden para el bien de la Iglesia universal, el ejer­ cicio de cualquier apostolado está sometido a la autoridad del obis­ po diocesano, del cual los hermanos reciben las facultades necesa­ rias, después de haber sido aprobados por sus ministros. Y los ministros, en cuanto es posible, accedan de buen grado, según nuestro carisma, cuando los obispos los inviten al servicio del pue­ blo de Dios y a la salvación de los hombres» 37. 35 Sobre el martirio, exaltación de la santidad inviolable de la ley de Dios, veáse Juan Pablo II, Veritatis splendor, 90-94. 36 La Relación del ministro general al capítulo de 1994 se limita a señalar algu­ nos de estos «martirios», que nos hubiera gustado ver narrados con mayor detalle... AO 110 (1994) 228. 37 Constitución 146,2. Habrá que evitar los dos extremos: el de querer substi­ tuir la institucionalización del cristianismo bajo la forma de Iglesia por un cristianis­ mo y vida religiosa puramente personal, y la de buscar la subordinación de las ini­ ciativas propias y creadoras a los planes de una pastoral programada. La santidad es creativa, por ello los capuchinos, atentos y respetuosos de «los planes pastorales» de las diócesis y de los arziprestazgos o zonas, no deben dejar de señalarse sus objeti-

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