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FRAY ÍÑIGO DE MENDOZA Y FRAY AMBROSIO. 299 Su poesía no se desprende completamente de la poesía maria­ na hasta entonces celebrada, más bien se nutre de ella. Así, por ejemplo, es imposible que nuestros poetas no leyeran a Berceo, el poeta más importante de la poesía mariana medieval: numerosos son los elementos que lo atestiguan y que inevitable­ mente han dejado un influjo en su sensibilidad mariana. En particu­ lar creo sería interesante estudiar hasta qué punto llega la originali­ dad de Montesino en comparación con Berceo. Personalmente he encontrado unos cuantos elementos que atestiguan un influjo del poeta en Montesino y que merecerían un estudio particular muy detallado. Lo que resulta de este estudio sobre la poesía mariana de fray íñigo de Mendoza y fray Ambrosio Montesino es que nuestros poe­ tas se completan muy bien en las distintas perspectivas de su poesía religiosa. Fray íñigo representa aquella parte de la poesía mariana que se dedicó al apostolado, a la catequesis, a la lucha, a veces muy ani­ mada, para la defensa de la Verdad de la Fe. Esto es lo que sobre­ sale de su poesía mariana, rica de explicaciones racionales sobre los temas de la Fe, y muy crítica hacia las costumbres de su época. Con fray Ambrosio la poesía mariana se enriquece de imáge­ nes refinadas, llenas de ternura hacia la Virgen y de dulzura en la relación Madre-Hijo, sin olvidar nunca el misterio divino. La Virgen en Mendoza resulta ser muy divina, libre de toda su temporalidad y corrupción física. En Montesino, al revés, es muy humana, muy parecida a cualquier mujer terrenal por su ir y venir de colores, de ansias y alegrías, de estupores y de llantos. La catequesis en el primero es racional, en el segundo es emo­ cional. Los dos reflejan muy bien los distintos, a veces contrapuestos, aspectos de la poesía religiosa franciscana de la época. Sara C a rra ro Università degli Studi, Venezia

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