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FRAY ÍÑIGO DE MENDOZA Y FRAY AMBROSIO. 293 Mas la madre virginal, de dolor desfallecida, no se pudo hallar tal, mas de flaca y de mortal con su hijo dio caida ; 163 E así desnudo y confuso esta reina medio muerta, un velo suyo le puso en la poridad de ayuso y en la carne descubierta. ¡Oh, Dios mío! ¿Qué sintió de verte tan vergonzoso? No lindo cual te parió, mas en forma te miró de leproso . 164 El poeta mismo se dirige directamente a la Virgen sobre su dolor: No hay pena que mida cuando en la cruz el dolor tan triste defunto lo viste que tú, mi gran vida, al rey que se adora; 165 en ti rescibiste o, incluso, a través de los ojos de San Juan Evangelista: Allí viste los lamentos sentidos de los tormentos de aquella madre prudente, de tu Señor excelente ; 166 y bramar los elementos, Así como por boca de la Virgen que habla a su Hijo: La vida se me consume que estás en prisiones, de tus pasiones e si en ellas no me pones porque, hijo, se presume de dolor soy llena . 167 El destino de la Virgen resulta íntimamente unido al de su Hijo. El poeta lo ejemplifica por medio de la cruz: ¡Oh, cuáles iban, Señor, ¡Oh, hijo y madre leales, estos dos tus más amados, conhortosa compañía, atados en un amor que en sus dolores mortales 163 Ib., w . 661-670. 164 Ib., p. 132, w . 88-94. 165 Ib., p. 140, w . 311-315. 166 Ib., p. 245, w . 21-26. 167 Ib., p. 118, w . 301-320.

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