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288 SARA CARRARO ¡Oh, Virgen, está contenta, tus sentidos se renueven, que po r te quitar de afrenta ángeles los cielos llueven! Voluntad apetitosa de ir al cielo no han, que muy contentos están de tu cara radiosa. Unos callan de vencidos de tu bella fermosura, otros festejan vestidos de mil trajes sin costura con envidia no viciosa mas todos, de son alegre, cantan delante el pesebre de la reliquia costosa . 141 Preciosa es la imagen del atarearse de los seres celestiales que can­ tan, festejan, van y vienen entre el purgatorio, el limbo y los pasto­ res para llevar las albricias: Otros van del diversorio a les da r albricias buenas a l limbo y a l purgatorio p o r alivio de sus penas; otro, con vos sonorosa, lo relata a los pastores, los primeros inventores de su vista gloriosa . 142 Otra perspectiva es la de San Dioniso Areopagita en la que encontramos una vez más la comparación de la Virgen con el sol y el resplandor que ciega. Dice: «Reina, y a mis penas, en ver tus luces serenas, penas y a no pueden ser; mas, ¡oh sagra reina mía!, tu beldad clara me ofende, que luego te adoraría , según eres sol del día, sino que f e lo defiende ».143 ¿En que pensó santa Ana al parir a María? Creo yo debió sentir gloria entera en ver tal cara de vida verdadera . 144 como la esmeralda neta de oriente, y quedaste hecha fuente sin sequera, 141 Ib., w . 190 197. 142 Ib., p. 139, 273-280. 143 Ib., p. 216, w . 121-124. 144 Ib., w . 109-114.

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