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280 SARA CARRARO ca entre los fieles y su estilo parece forjarse sobre un tono medio, com prensible a los humildes, como ya hemos visto al hablar de sus obras. En las Coplas de la Reina Gloriosa nuestro autor no pierde oca sión para describir el aspecto físico de María entre las preciosas imá genes de dulzura maternal: Con cabellos ventilantes, divinal dama curiosa lumbrosos, sueltos, dorados, a tu gesto blanco y liso con ojos reverberantes, no se iguale el paraíso, rayos verdes y morados, ni diamantes de losa . 109 La suya es una belleza de la que ella misma se espanta: De ti, Virgen, tú te espanta, no del sol ni de la luna, que tu hermosura es tanta cual no hizo Dios alguna ; 110 El motivo de los cabellos «ventilantes»* recurre a menudo en Monte sino, así como la comparación dela Virgen con el sol, sea por la luz, sea por su importancia vital y de guía. En el Tratado d e la vía y p en a s qu e Cristo llevó a la cum b re d el Gólgota, Montesino suplica a la Virgen que relate las penas del Hijo, y en las invocaciones que le dirige nos describe el valor celes tial de la Virgen: ¡Oh, reina universal dulce mar de devoción, en quien Dios mejor se alberga, muerte de todo letijo paraíso oriental danos, danos relación ante cuya fa z real de las penas y pasión los cielos parescen jerga; de tu Hijo!111, Las Coplas del In fan te y el P ecado ofrecen otra prueba más de la refinada poesía de Montesino al describir a la Virgen: sus cabe- 109 Ib., vv. 69-72. 110 Ib., p. 115, w . 51-60. 111 Ib., p. 244, w . 446-447.
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