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FRAY ÍÑIGO DE MENDOZA Y FRAY AMBROSIO. 273 divino, que satisfacía, de esta manera, no sólo el gusto de los monarcas, sino también al de la corte entera. La forma de las can­ ciones y villancicos naturalmente era varia, sobre la base de los tex­ tos profanos originales. También aquí, por la presencia de expresio­ nes cultistas, así como por la sintaxis, no hay diferencias particulares con respecto a los otros poemas. Las conclusiones de Álvarez Pellitero a propósito de las formas expresivas de fray Ambrosio son dos: «1.a Fray Ambrosio no es nin­ gún innovador, pero conoce muy bien toda la gama de posibilida­ des de la Gaya Ciencia y las aprovecha con gran variedad; 2.a Pri­ mordialmente le interesa la musicalidad, perseguida mediante un amplio uso del pie quebrado y de las fórmulas combinatorias coplas- villancicos» 92. Por lo que se refiere a los temas de su producción poética «fray Ambrosio Montesino no es propiamente un poeta místico, sino un orador sagrado en forma poética, un expositor popular del dogma de la moral cristiana, un teólogo que pone su ciencia al alcance de las muchedumbres con un fin no escolástico, sino de edificación práctica, valiéndose de aquellos símiles y razonamientos que más derechamente podían herir la inteligencia y enfervorizar la voluntad de sus oyentes»93. Su producción está constituida, en gran parte, de la exposición doctrinal y la reprensión moral, aunque muy blanda y no como la de Mendoza. En sus poemas abundan las vidas de san­ tos, sobre todo de San Juan Evangelista y San Juan Bautista, porque de esta manera el pueblo se familiarizaba con ejemplos de vida, característica típica del apostolado franciscano. De las escenas que pinta se desbordan sentimientos humanos, para emocionar a sus oyentes y hacerlos participar. Por ejemplo: /Quién te viera, reina mía, en un portal sin tapiz, más rutilante que el día sobre toda emperatriz! Mi alma pensar no osa qué sientes del Niño bueno y estando tan deseosa de abrigar a tus amores vánsete y vienen colores como a virgen vergonzosa. ¡Qué milagro puede ser tan dulce de contemplar 92 M enéndez y P ela y o, o. c ., p. 61. 93 R od ríg u ez P u é rto la s, o. c .. p. 95, w . 117-140.

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