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FRAY ÍÑIGO DE MENDOZA Y FRAY AMBROSIO. 269 ca. Las coplas allí incluidas son catorce, once de las cuales apare cieron de nuevo, reelaboradas, en la segunda colección, la de 1508, bajo el título de Cancionero d e diversas obras d e nuevo tro b a d a s 75. En el C an cion ero de 1508, cuya edición le había pedido el mismo rey Fernando, gracias al éxito que sus poesías habían alcan zado, fray Ambrosio va a insertar la reelaboración de algunas coplas de 1485, los pliegos sueltos hasta entonces producidos y unas cuan tas nuevas compilaciones. La reelaboración de la edición anterior fue llevada a término con mucha atención y cuidado. En efecto, numerosos son los cambios fonéticos y léxicos, a causa de la evolu ción lingüística producida en los veinte años que separan las dos ediciones. Desaparecen amplificaciones, perífrasis, elementos dema siado realísticos y diminutivos populares. Sin embargo, estos cambios no le fueron dictados por puro pla cer estético, sino por necesidad de adecuarse a la evolución del gusto y de la lengua, porque sus propósitos eran «más bien espiri tuales que artísticos»76, aunque esto no excluye cierto perfecciona miento estilístico y formal que en todo poeta actúa al releer sus pro ducciones antiguas. Los recursos poéticos de Montesino estaban, de alguna mane ra, vinculados a su experiencia de predicador. La nueva retórica de las Órdenes mendicantes se caracterizaba por elementos gestuales y verbales empapados de una comicidad y cotidianidad cerca de lo popular. Por eso el estilo afectado en Montesino es casi menospre ciado, aunque en la práctica es rico de artificios cultos ya orienta dos hacia el pre-renacimiento. Álvarez Pellitero nos dice: «Si hay algo que en las poesías de fray Ambrosio destaque, es la intensidad de la contemplación afectiva y el deseo, simultáneo, de participarla a los demás»; y sigue llamando la «forma mentis» de Montesino a su propósito de encender al sentimiento de la contemplación de Cristo y sus misterios, de los hechos evangélicos y de los santos «a fin de excitar el afecto del lector e inducirle, de este modo, a asociarse a la escena mediante la contemplación»77. 75 M en én d ez y P e la y o , o . c ., p. 60. 76 Á lv a re z P e llite r o , o . c ., pp. 112-114. 77 R o d ríg u e z P u f.rto i.a s. o . c ., p. 103, v. 318.
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