PS_NyG_1995v042n001p0237_0299

FRAY ÍÑIGO DE MENDOZA Y FRAY AMBROSIO. 263 Tú quedarás tan entera de la preñez del infante, qual queda la vidriera quando en ella reverbera el sol y passa adelante, que la deja en aquel son que la halla quando vino; pues así sin corrupción serás de la encamación de sacro verbo divino 60. Fray íñigo no puede resistir a la tentación de explicar, cada vez que tiene ocasión, las razones de la Virginidad de la Madre de Dios: ¡O cosa jam ás oída! ¡O miraglosa verdad! Quedó después de parida guardada, no corrompida, su sacra virginidad, por damos a conosger quel Hijo de quien hablamos es Aquel cuyo nasger del divinal entender es sin corrupgión de entramos. Y tanbién, pues que venía a curar lo corrompido, en señal desto devía ser de la Virgen María sin corromperla nasgido, porquel niño divinal, guardando su madre pura, con el parto virginal consoladora señal nos diese de nuestra cura 61. La Madre y el Hijo no necesitan ser purificados; la circuncisión del Niño y la oblación de la Madre al templo son simplemente dos ges­ tos debidos a la tradición y a la necesidad de transformar y purificar estos actos mismos. Sobre el problema de la pureza de la Virgen y los debates que en aquella época se sucedían al propósito, Mendoza dedica una pequeña digresión en la copla 161: Sobre esta preservación entre nuestra religión por excelentes doctores contra los predicadores; ay muy gran disputación Con el tema del vientre sagrado de María se abre el primer gozo: 60 R o d r íg u e z P u é r t o l a s , o . c ., p. 12, copla 30. 61 Ib., p. 25, coplas 69, 71.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz