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260 SARA CARRARO madre de nuestro Mexías, tú que más parte sentías de la passión de la cruz, tú que virtud exçelente toviste para sofrirla 48. La Virgen está sola en su dolor porque no hay otra mujer que pudie­ ra gozar de las virtudes que el cielo reservó para ella: Yo só la que sola espero un dolor tan sin remedio; yo sola llorarlo quiero, que no tengo compañero que tenga en el hijo medio, ca sola lo congebí sin lo que natura ordena: pues sola, triste de mí, que sin dolor le parí, con dolor lloro su pena. Yo só la que fu e formada del en mi vientre formado; yo so la libre engendrada de la carne condenada por el hijo en m í engendrado; yo que tan sola especial por este hijo me hallo tener nombre maternal con pureza virginal, yo sola devo llorallo 49. Su peculiaridad en ser la Madre de Dios la transforma en la única mujer que pueda soportar el dolor y la soledad de no poder tener nadie que partir con ella su dolor. Ya la mirra que los Reyes Orientales le ofrecen resulta una pro­ fecía del dolor que ha de llegar con la muerte del Hijo: La mirra que fue ofrecida al infante envuelto en paños y su nueva dolorida fatigan mi triste vida y hacen crecer mis daños, porque, su muerte sabida, biviré yo pocos años sufriendo triste, afligida, cuitas, afán sin medida, sospiros, lloros estraños 50. y sigue explicando sus dolores: ¡Ay de los tristes oídos abrasados y encendidos p o r do tal nueva recibo! en fuego de amor bivof ¡Ay de los tristes sentidos, ¡Ay dolor de corazón ! 51 48 Ibid., p. 22, copla 61. 49 Ibid., p. 85,coplas 244, 245. 50 Ibid., p. 86, copla 248. 51 Ibid., p. 87, copla 252.

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