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254 SARA CARRARO Tu cuerpo, templo sagrado do puso Dios su tesoro cuerpo sin culpa engendrado, cuerpo sin ningún pecado carne más limpia que el oro, porque conozca la gente que jamás nunca pecó, ¡o gozo tan excelente /, con tu alma juntamente se sobió 33. Describiendo magistralmente el misterio de la Asunción al cielo de la Virgen. En efecto, la belleza de María la encontramos sólo por el papel de Madre que Dios le confirió. Y Mendoza tiene otra ocasión para exponer el dogma de la pureza de María: ¡O tan celestial muger que en el mundo meresgió sin dejar de virgen ser ver de sí mesma nasger al mismo que la crio! ¡Quán digno de ser loado es el vientre de tal madre, do quiso ser encamado el mismo Dios engendrado etemalmente del Padre! 54 I m á g e n es de m a t e r n id a d No son frecuentes en los versos de Mendoza las imágenes de ternura entre Madre e Hijo. Nos esperaríamos cierta abundancia en la Vita Christi, sobre todo porque siempre encontramos al Hijo junto a su Madre. La única imagen que Mendoza nos describe de verda­ dero cariño y ternura de la Virgen hacia su Hijo es de los versos que se refieren a la Navidad: La conpassión de la natura llorad, y la de bondad con que la Virgen procura de enpañar su criatura llagada de piedad, y mientras lo está enbolviendo, aved compassion del viejo, Qué pensava, que dezía en aquel tiempo y sazón la madre virgen María, ningún seso podría recontarlo al coragón; con el alma lo adorava, con el cuerpo lo servía, 33 Ibid., p. 163, copla 26. 34 Ibid., p. 24, copla 68.

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