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210 ANDRÉS S. ÁLVAREZ conocimiento de sus leyes. Bacon, Descartes, Leibnitz y otros filóso fos insistirán en la necesidad de un conocimiento práctico que ayude al progreso del hombre, a mejorar su condición mediante el dominio de la naturaleza. La misión del hombre consiste en perfeccionar la naturaleza, descubrir sus secretos por medio de instrumentos cuantitativos y experimentales y ponerla al servicio de la humanidad. En una pala bra, la ciencia significa progreso material. Esta posición humanista o antropocentrista, donde la naturale za no tiene valor en sí misma, sino en consideración al hombre, ha provocado la crisis ecológica en que vivimos, dando lugar a la apa rición de un post-humanismo que se caracteriza por la hostilidad humana en favor de una preferencia por la naturaleza. Esta idea aparecerá con frecuencia en las obras de David Ehrenfelt, de James Lovelock y en la ecología profunda (deep ecology) de Arne Naess. Ya no se considera al hombre centro del mundo, al que hay que proteger en primer término, sino el cosmos, que aparece revestido de un valor intrínseco superior a la especie humana, que con fre cuencia constituye una amenaza para el todo. En su famosa hipóte sis de la Gaia, Lovelock sostiene que la tierra es un organismo vivo de la que el ser humano forma parte, un organismo que se ajusta y regula a sí mismo, capaz de sobrevivir incluso a la depredación insensata del hombre. Porque el hombre tiene la habilidad de van- dalizar la tierra, de destruir partes de la naturaleza y extinguir espe cies animales y vegetales, pero no puede destruir la vida de la Gaia. ORIGEN DE LA CRISIS AMBIENTAL Quizá la idea más provocativa, la hipótesis que ha desatado mayor controversia es la de Lynn White, que responsabiliza a la tra dición judeo-cristiana de la crisis ecológica moderna. Según él, la raíz del deterioro ambiental del planeta proviene del monoteísmo y del antropocentrismo de la Biblia, en evidente contraste con la acti tud benigna hacia la naturaleza promovida por el politeísmo de los pueblos paganos. De acuerdo con los textos sagrados, Dios ha entregado la tierra al hombre para ser explotada y subyugada. Por mucho tiempo estas ideas estuvieron confinadas al pueblo judío,
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