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con frecuencia destructiva, también ha contribuido a enriquecerlo. Una verdadera actitud ecológica no consiste solamente en proteger el ambiente del mal proceder del ser humano, sino también de ejercer una acción beneficiosa sobre el mismo, en practicar actividades huma­ nas que propicien una relación armoniosa y creativa entre el hombre y la naturaleza. Por eso prefiere la actitud creadora de los benedicti­ nos, quienes, con trabajo manual y una tecnología avanzada para la época, incrementaron la productividad de la tierra, y presenta a San Benito como un modelo ecológico más propiado de nuestro tiempo. Pero San Francisco no mantuvo nunca una actitud pasiva ante el medio, ni la recomendó como ideal a sus compañeros. Al contra­ rio, el santo trabajó con sus manos, como lo demuestra la recons­ trucción de la iglesia de San Damián, y deja este espíritu de trabajo consagrado en su testamento: «Y yo trabajaba con mis manos y quie­ ro trabajar; y quiero firmemente que todos los hermanos trabajen en algún oficio compatible con la decencia. Los que no saben, que lo aprendan»68. Los escritos de la Orden muestran cómo los prime­ ros franciscanos, que no tenían propiedades, se dedicaban a ayudar a los campesinos de la región en las actividades del campo. En opinión de Dubois la solución a la crisis ecológica no con­ siste en «el abandono de la religión judeo-cristiana o de la civiliza­ ción tecnológica; requiere, más bien, una nueva definición de pro­ greso, basada en un mejor conocimiento de la naturaleza y en la voluntad de cambiar nuestra manera de vivir»69. Eso es precisamente lo que propone y práctica San Francisco: un nuevo estilo de vida, basado en la pobreza y en la renuncia a poseer, dos pilares que permitirían al hombre vivir en armonía con lo que le rodea, porque es el deseo inmoderado de poseer el que dificulta la comunión de los hombres entre sí y con la naturaleza. Dentro de ese mismo espíritu San Francisco prohíbe a sus frailes el recibir dinero por su trabajo. Porque el dinero es la representación del poder, el acceso libre a los bienes. Con el dinero se puede adquirir no solamente lo esencial, sino también lo superfluo. Su opo- ¿ES LA RELIGIÓN JUDEO-CRISTIANA RESPONSABLE...? 235 68 San F rancisco , Testamento, 20, Madrid, Biblioteca Autores Cristianos, 1980, p. 123. 69 Ibid., p. 149.

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