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232 a n d r é s s. A lv a r e z Nash57 insiste en que San Francisco fue una excepción que prue­ ba la regla del antropocentrismo cristiano, y que el carácter radical de sus ideas nunca fue comprendido por sus contemporáneos. La Iglesia oficial solamente celebró su humildad, su amor a los pobres y su des­ precio por las cosas terrenas. De lo contrario lo hubiera condenado como hereje en vez de haberlo elevado a los altares. Para Young 58, la orden franciscana sintió temor por la perspec­ tiva poco ortodoxa de San Francisco, y se apartó con el tiempo del primitivo ideal de fraternidad cósmica. Dejó de considerar a las criaturas como hermanas y se ajustó al antropocentrismo secular de la Iglesia, de tal modo que pudo pro­ ducir hombres como Rogelio Bacon, quien introdujo el método experimental en la investigación científica para someter mejor a la naturaleza. Pero ni San Francisco fue un rebelde, ni su percepción del mundo lindaba en la herejía. Uno de los aspectos que resaltan con mayor claridad a lo largo de su vida fue su amor a la Iglesia, expre­ sado en el respeto y la sumisión a las autoridades eclesiásticas, desde el más humilde sacerdote hasta el Romano Pontífice. Su con­ versión a Dios le induce a abandonar a su padre, Bernardone, y a acogerse al amor del Padre Celestial bajo la obediencia al obispo de Asís. Más tarde, San Francisco y sus compañeros realizarán un largo viaje a Roma para pedir al Papa la aprobación de la regla y la forma de vida de la fraternidad. Esa adhesión a la Iglesia trató de inculcar­ la sólidamente el Santo Padre a sus seguidores, como evidencian el testamento y la regla. Si la visión franciscana de respeto y amor a la naturaleza no era una corriente predominante en la Iglesia, tampoco se puede decir que fuera única, una perspectiva ajena al cristianismo. Lejos de ser una excepción , San Francisco aparece como la figura más destacada dentro de una corriente notable de apreciación de la natu­ raleza, como se observa en San Basilio, San Antonio Abad, los 57 Roderick F. N ash , The Rights o f Nature, Madison, Wisconsin, University of Wisconsin Press, 1989, pp. 93-96. 58 John Y o u n g , Sustaining the Earth, Cambridge, Mass. Harvard University Press, 1990.

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