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¿ES LA RELIGIÓN JUDEO-CRISTIANA RESPONSABLE...? 227 tida es más apropiada para entender el concepto de dominio que el acontecimiento del Jardín del Edén, porque la tierra prometida es «un regalo divino para un pueblo caído», una tierra por la que el pueblo debe velar, ya que no es una posesión, sino «una herencia para los vivos que se pide prestada a las generaciones futuras»43. Para Hiers 44, el más claro ejemplo bíblico de responsabilidad humana hacia la tierra se encuentra en la historia del diluvio univer­ sal, donde la misión de Noé no se limitó a dar albergue a los anima­ les en el arca, sino también alimentarlos y cuidarlos durante el viaje. Todo dominio humano tiene sus límites, aunque con frecuen­ cia las personas se exceden en sus atribuciones. El dominio del hombre sobre la naturaleza, según Little 45, no debe entenderse como el poder de hacer lo que a uno se le antoje. Dios establece en el Jardín del Edén una ética rudimentaria de la tierra que recorta esa facultad otorgada al ser humano. No puede disponer de los fal­ tos de todos los árboles del paraíso. Adán quebranta el mandato de Dios y esa transgresión provoca dos clases de efectos, ecológicos y sociales. Adán y Eva son arrojados del Edén y se destruye la armo­ nía ecológica original del paraíso. La naturaleza se rebela: «Maldita sea la tierra por tu causa, con fatiga sacarás de ella tu alimento todos los días de tu vida». La transgresión, además, conducirá al desequili­ brio y al antagonismo social manifestados en la historia siguiente de Caín y Abel. Y concluye Little: «El dominio concedido por Dios al hombre fue fundamentalmente corrompido por la obstinación y malignidad humanas, y, por tanto, la tentación de abusar de la natu­ raleza siempre estará presente en el mundo. Existe una interdepen­ dencia entre el desequilibrio social y ecológico que tiene su origen en el desprecio de la leyes establecidas por Dios en el universo»46. Por otro lado, el hombre es obviamente parte de la naturaleza. La afirmación de White de que «el cuerpo del hombre, aunque toma- 43 Wendell B e r r y , Religion and the Environment, en American Environmen­ talism, ibid., p. 277. 44 Richard H . H iers, Ecology, Biblical Theology and Methodology: Biblical Pers­ pectives on the Environment, Zigon, vol. 19, n. 1 (marzo, 1984), pp. 43-59. 45 David L ittle , Land Use and Common Good: Religious Background, Warren- ton, The Predmont Environmental Council, 1981, pp. 52-64. 46 D . L ittle , p . 54.

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