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208 ANDRÉS S. ÁLVAREZ lio de la ciencia y la tecnología, sobre todo, a partir del descubri miento de la energía de vapor y del maquinismo, otorgó al ser humano una progresiva capacidad para transformar la tierra, para subyugarla, con lo que se alteró la relación hombre-naturaleza. En vez de la antigua actitud respetuosa y reverente, el ser humano asume ahora la posición de dueño, de señor de todo lo que le rodea, actitud que conduce al abuso, a la irresponsabilidad y a la crisis ecológica. El poder tecnológico continúa incrementándose en la tercera etapa hasta el punto de que, como el aprendiz de brujo, el hombre moderno ha desatado fuerzas poderosas capaces de aniquilar el planeta. Pero esa capacidad destructiva de la tec nología le hace tomar conciencia del peligro que representa para el medio, y comienza a adoptar una actitud más benigna hacia las criaturas. René Dubois reconocía hace tiempo que los problemas ambien tales que padecemos están íntimamente ligados al nivel y al carácter de la tecnología moderna, y Barry Commoner, el célebre biólogo nor teamericano, nos alertaba hace casi veinte años sobre los terribles costos ecológicos del desarrollo tecnológico, afirmando que la crisis ambiental se origina en la «tecnosfera creada por el hombre»2'3. Pero la tecnoesfera es también producto del hombre en su empeño por subyugar la tierra. Lo que parece aventurado concluir es que la capacidad destructiva de la tecnología moderna suscitará en el hombre una actitud más responsable y benéfica hacia la natu raleza. 2 Barry C o m m o n er , En p a z con el planeta , traducción española, Barcelona, Editorial Crítica, 1992. 3 Bronowski difiere de Commoner, cuando dice que los problemas ecológi cos, como la contaminación, no son el precio que hay que pagar por la tecnología, sino resultado de la revolución causado por ella; pues la tecnología ha dejado de ser prerrogativa, el privilegio de un grupo social para convertirse en un derecho de todos. Si la contaminación atmosférica de nuestras ciudades se ha convertido hoy en algo amenazante, no se debe a que la tecnología actual sea menos eficiente que antes, sino a la democratización del desarrollo tecnológico, a que todos los seres humanos poseen en la actualidad el mismo derecho a poseer un automóvil. Jacob B ro n o w sk i , Tecnology and Culture in Evolution, en Environment and Society. Editado por Robert T. Roelofs et al., Englewood Cliffs, New Jersey: Prentice Hall, 1974, pp. 45-56.
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