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inmediatas que por objetivos comunes a largo plazo. En muchos casos el daño se produjo porque la humanidad no tenía ni idea del impacto de las acciones en el medio. Hoy valoramos más la capa de ozono, porque sabemos que nos protege de los mortíferos rayos ultravioleta, y los gobiernos tratan de llegar a acuerdos para suspen­ der la emisión de los florofluorocarbonos a la atmófera. Todo esta­ ría mejor si la gente se preocupara de que sus acciones no perjudi­ caran a los demás, pero nadie está dispuesto a suponer que los demás se conducirán en una forma socialmente respetuosa. De ahí que todos continúen persiguiendo sus intereses egoístas, sin pensar en el daño que pueden ocasionar al ambiente. «Que ahora seamos más destructivos que en el pasado se debe a que somos más y a que contamos con un mayor poder de destrucción, pero no a que estemos influidos por la Biblia. De hecho los pueblos judeo-cristia- nos fueron probablemente los primeros en interesarse por el trato dado a la tierra y por fomentar una ética de la naturaleza»38. Carolyne Merchant, una conocida historiadora del pensamiento ambiental, se opone también a la simplificación causal de las actitu­ des antiecológicas de la cultura de Occidente. En su opinión, los factores más importantes del nacimiento o aparición de actitudes antiecológias de las sociedades occidentales no son resultado de ideas o principios cristianos, derivados o no de la Biblia, sino más bien de otros agentes, como la presión demográ­ fica, el expansionismo capitalista en sus formas de comercialismo y posterior revolución industrial, el triunfo del mecanicismo cartesia­ no en la ciencia y las ideas de Francisco Bacon sobre el dominio como control y modificación radical de la naturaleza 39. ¿ES LA RELIGIÓN JUDEO-CRISTIANA RESPONSABLE...? 225 EL DOMINIO COMO RESPONSABILIDAD HUMANA La mayor oposición a la hipótesis de White proviene de teólo­ gos e intérpretes de la Sagrada Escritura. Cuestionan su interpreta- 38 René D ubo is , ibid., p. 140. 39 Carolyn M erc h a n t , The Death o f Nature: Women Ecology and Scientific Revolution, San Francisco: Harper and Row, 1980.

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