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¿ES LA RELIGIÓN JUDEO-CRISTIANA RESPONSABLE...? 223 insiste también en que no es un pecado exclusivamente occidental: «Occidente no es la única cultura que porta estas semillas destructi­ vas. China ya estaba desforestada hacia el año 1000 d.C. Las tierras del Cercano Oriente se habían arruinado mucho antes»34. Quizá uno de los ejemplos mejor documentados de destrucción ecológica son los bosques del Líbano, tantas veces mencionados en la Biblia, donde abundaban los cedros y otras maderas preciosas, que se uti­ lizaron para construir residencias en Asiria y Babilonia y levantar el templo de Salomón en Jerusalén. Hoy los escasos cedros que quedan en los montes del Líbano constituyen un testimonio viviente de la destrucción ocasionada por la mano del hombre en épocas remotas. Algunos datos corroboran que las civilizaciones antiguas causa­ ron irreparable daño a los ecosistemas. Los áridos pasajes de algu­ nas regiones griegas, donde nada crece ahora, no fueron causados por negligencia del hombre moderno, sino por la desforestación y sobreexplotación durante los siglos vi y n a.C., dejando la tierra des­ nuda y erosionada. Platón describió patéticamente la erosión de Ática en Critón: «Lo que ha quedado, comparado con lo que existió anteriormente, es como el esqueleto de un hombre enfermo. La capa superior de la tierra ha desaparecido, para ser reemplazada por una estructura vacía»35. El ocaso de las civilizaciones indígenas, como la maya y la de Teotihuacán, probablemente se debió también a las actividades humanas. Dubois menciona el impacto demoledor de algunos ani­ males, como la cabra mediterránea, que, en su opinión, causaron mayor devastación que una moderna excavadora mecánica 36. Los romanos mostraron, quizá, más apego a la tierra que los antiguos griegos. Sin embargo, su interés por ella no detuvo la des- 34 Gary S n yd er , Respect fo r Nature, American Environmentalism (Ed.), Rode­ rick F. Nash, New York. McGrawHill Publishing Co., 1990, 234. 35 Platon, Critón, citado por J. D o n ald H u g h es , Ecología de la civilización, Fondo de Cultura, México, 1987, p. 112. 36 René D u bo is , Un Dios Interior, Barcelona, Biblioteca Científica Salvat, 1986, p. 138.

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