PS_NyG_1995v042n001p0187_0205

204 JUAN DE SAHAGÚN LUCAS venir hacia sí y hacia nosotros, nos pone en la pista de su conoci­ miento intelectual? Creemos que en la respuesta a estos interrogan­ tes podría entablarse un diálogo provechoso con E. Jüngel. ÚLTIMAS PALABRAS Quiero terminar este discurso por donde lo empecé: el proble­ ma de Dios volverá a tener vigencia cuando sea sentido como parte del hombre. En el fondo de los pensamientos y doctrinas que hemos expuesto late una constante innegable: la autoliberación como tarea y deber ineludible del ser humano. Con palabras de M. García-Baró: «Ser hombre, en tanto que pura libertad, es el dios del hombre atado a la naturaleza que nunca terminará de reducir a razón»20. Con esto se pretende decir que la actualidad del problema filo­ sófico de Dios se cifra en el replanteamiento de las condiciones del proyecto del autodesarrollo y pleno cumpliento del hombre como persona. Indudablemente nuestros contemporáneos, sensibles como nunca a la experiencia de libertad, no alcanzan a ver a Dios más que en aquello que libera a la existencia creativa del hombre hasta convertirla en auténtica y plena. Hoy se busca a Dios en el área del bien, porque es el único elemento de liberación frente al mal que esclaviza. Solamente una alteridad que, lejos de enajenar al hombre, le confiera desde su mismo centro la verdad de su identidad y su plenitud, puede dar razón y ser el fundamento de su ser y su ver­ dad, el centro libérrimo de su finitud libre. Ahora bien, una alteridad semejante no se identifica con nada de este mundo. Tiene que ser metaempírica y trascendente, un bien por excelencia que desborda la estrecha frontera de las esperanzas humanas de salvación. A Dios se le ve como existente en la medida en que lo absoluto de su bondad prolonga y trasciende todos los proyectos humanos posibles de mejora radical. Frente a las conquis­ tas históricas, que no pasan de ser penúltimas, se requiere una solu­ ción verdaderamente última y definitiva que sólo puede venir de 20 Cf. M. G arcía -B aró , a. c., 16.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz