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DIOS, PROBLEMA FILOSÓFICO 197 gestor. En cuanto ser pensante, el hombre asume y realiza el acon­ tecer circular del mundo; es el eterno retorno y autofundamento de la realidad sin necesidad de un ser distinto que lo justifique. La inconsistencia del sujeto y la vaciedad de los valores en que se apoya hacen imposible el planteamiento racional del problema de Dios. Este Dios, que ha sido creado para dar seguridad al ente y para avalar la voluntad de poder, es encausado y condenado a muerte en la medida en que el saber no tiene necesidad de llegar a las últimas causas, ya que la realidad se difumina en una multipli­ cidad de interpretaciones personales. Al no haber estructuras esta­ bles, la experiencia cada vez más rica y variada es la razón última de todo sin necesidad de causas ocultas que la justifiquen 9. Imbuido de este pensamiento y coherente con sus principios materialistas, el neomarxista Ernets Bloch no alcanza a ver en el futuro absoluto de la humanidad más que la fuerza que provoca la experiencia radical de finitud y el factor impulsivo de la transforma­ ción como alternativa de la precariedad del presente aún no cum­ plido. El novum ultimum blockiano y futuro absoluto equivalen a la identidad de lo humano perfectamente lograda por el conoci­ miento cabal de la realidad. En este supuesto, la divinidad es una magnitud hipotética que, ocultándose tras la pregunta por el sentido de la historia, alienta la esperanza e impulsa a la acción incesante 10. Completamente diferente es la conclusión a que llega Teilhard de Chardin. Consciente de que todas las realizaciones históricas no pasan de ser anticipaciones inadecuadas, en las que la colectividad humana sigue manteniendo su finitud e inseguridad, el sabio jesuita opta por un futuro incondicionado que confiera a la humanidad defininivo cumplimiento. Un Absoluto de esta índole, imprescindi­ ble para la marcha de la historia, si bien es previsible de alguna manera, resulta inanticipable de forma adecuada en el marco de la temporalidad. No se trata de un futuro organizado intrahistórico, sino de una realidad metafíca, trascendente y personal, que ordena el caos, ahu- 9 Cf. F. N ie tz sch e , A s í habla Zaratustra, Madrid 1973, 202-205; cf. L. Jim énez M o re n o , Nietzsche, Madrid 1972, 127-132; cf. S ch u lz , o . c ., 109. 10 E. B loch , 7 «binger Einleitung in die Philosophie , Francfort 1963-1964, I, 13 ss.

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