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ORTEGA Y LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 175 Hay, por consiguiente, en nosotros dos tipos de saber respecto del cuerpo. Y ambos son diferentes. Se sitúan en planos distintos: lo que sabemos o conocemos de una manera, y lo que sabemos de otra. En cada caso, se trata de cosas distintas. El saber del extracuerpo se refiere al conocimiento exterior del cuerpo; es decir, a aquél en el que el cuerpo se nos ofrece ante todo como un objeto visual. Está constituido, sobre todo, por imágenes visuales. En Píndaro, entusiasmado por la belleza del atleta, predo­ mina este saber. Es, principalmente, saber sobre el cuerpo de otra persona que vemos, o también de nuestro cuerpo, pero, en este caso, en cuanto lo vemos «por fuera». Así, veo que «él anda» o, inclu­ so, que «yo mismo ando». En cambio, el saber del intracuerpo es de nuestro propio cuer­ po, del «cuerpo interior». Por consiguiente, es saber del cuerpo visto «por dentro». El intracuerpo no es ningún objeto visual. «No tiene forma definida, ni color, etc., como el extracuerpo». En el saber del intracuerpo hay «una inversión de la atención hacia lo íntimo»; hay un retrotraimiento del mundo exterior hacia nuestra intimidad. Por ello, uno puede incluso «con el hábito llegar a ser un virtuoso del escucharse a sí mismo». «Sócrates», lo mismo que «casi todos los hom­ bres de rica vida interior: el místico, el poeta, el filósofo, son un poco enfermos del intracuerpo»156. Para Ciríaco Morón Arroyo, la palabra intracuerpo parece una traducción de la scheleriana Inneres Leibbewusstsein —ciencia ínti­ ma del cuerpo— 157. Cual compañero inseparable, el saber del intracuerpo nos acompaña siempre. Está constituido —detalla Ortega— «por una sen- 156 Cf. O rteg a , /. c., 456-458. 157 He aquí, traducido, el pasaje de Scheler al que alude Morón Arroyo: «De nuestro cuerpo —Leib— tenemos, además de una posible conciencia exterior —mit dem möglichen äusseren Bewusstsein— , tam bién otra co n cien cia in terio r —auch noch ein inneres Bewusstsein— (la cursiva es nuestra). Lo que ocurre es que ha sido tradicional identificar esta conciencia interior de nuestro cuerpo con lo que es la suma o resultante de las llamadas sensaciones orgánicas, y se ha tendido a no distinguir esas sensaciones de las llamadas sensaciones de los sentidos exteriores, por ejemplo, la sensación de color, tono, etc..., más que de una manera cualitativa y espacial», Max S ch eler , Der Formalismus..., 414 (Cf. C. M o rón A r r o y o , El sistema d e Ortega y Gasset, 182-183).

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