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158 JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ MOLINERO Y Ciriaco Morón Arroyo, a quien Orringer tiene presente en su refe­ rencia, escribe, por su parte, textualmente: «la influencia de Scheler en las proposiciones antropológicas de nuestro filósofo aparece ya en Meditaciones del Quijote y puede irse rastreando hasta la publicación del libro de Heidegger»82. 2 . E l s en t id o p s ic o l ó g ic o d e la a n t r o p o l o g ía filo só fic a Señalamos en el apartado anterior cómo Ortega propugna la necesidad de desarrollar una antropología filosófica como disciplina o saber específico. Mas es procedente seguir preguntando: ¿Cuál es el sentido de la misma? ¿Cabe adjudicar a ésta un adjetivo califica­ dor que nos oriente sobre esto? Atengámonos al análisis del contenido que Ortega asigna a la antropología filosófica y a su estructuración para que nos sirvan de guía en este aspecto. En la fase o época de los años veinte, en que nos estamos fijan­ do, es patente un interés «antropocéntrico» por parte de Ortega. Ahora bien, el contenido que entonces viene a atribuir a la antropo­ logía filosófica tiene que ver en gran medida con la psicología. En El tema de nuestro tiempo encontramos una afirmación de nuestro autor, en la que expresamente señala que «la vida humana es eminentemente psicológica» 83. Además, nos habla también del «hombre interior»84, etc. Por otra parte, no debemos echar tampoco en olvido el título del ya mencionado ensayo, precisamente sobre antropología filosófica: Para una psicología del hombre interesante. Por último, un conocedor de las corrientes contemporáneas de la psicología como Ramón Sarro, matiza, incluso más, el carácter o sen­ tido psicológico de la propuesta orteguiana de una antropología filo­ sófica, calificando la psicología de Ortega de «psicología fenomeno­ logica»: 82 C iríaco M orón A rroyo , El sistema de Ortega, M adrid 1968, 183. 83 Cf. O rtega , El tema de nuestro tiempo, III, 154. 84 Cf. O rtega , Vitalidad, alma y espíritu, II, 454, 456, 458.

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