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ORTEGA Y LA ANTROPOLOGÍA FILOSÓFICA 157 «un hombre..., con olfato de perdiguero para todo lo importante, frenéticamente curioso...»79. Pues bien, en un tono similar, podríamos decir que nuestro filó sofo, en esta materia de la antropología filosófica como en tantas otras, pretendió también tener siempre las antenas bien dispuestas para recoger y trasladar a su suelo hispánico el pensamiento germa no de la época en muchos de sus variados e importantes matices. Por consiguiente, el que, sobre todo hacia la mitad de los años vein te, Ortega muestre concretamente un interés especial por la proble mática de la antropología filosófica tiene uno de sus motivos y fuen tes principales en el conocimiento que él posee de los esfuerzos y planteamientos que Scheler venía realizando desde incluso antes de los años veinte. Con lo cual entronca, además, perfectamente la admiración que Ortega, sin duda, debió sentir, tras haberlo conoci do, por el filósofo alemán 80. Y, en el mismo sentido del interés que desde hacía tiempo debió experimentar nuestro autor por Scheler, es de interpretar el hecho de que la famosa Ética d e los valores del filósofo germano —publicada originariamente en el Ja h r b u c h f ü r Philosophie und ph än om en olog isch e Forschung (1913-1916)— apa reciera traducida en la Revista de Occidente, al igual que otros tra bajos schelerianos posteriores de relevancia antropológica: La idea d el hom bre y la historia, El sab er y la cultura, etc. Nelson Orringer retrotrae la influencia de Scheler en la concep ción antropológica de Ortega, incluso hasta las M ed ita c ion e s 81. 79 Cf. O rtega , Guillermo Dilthey y la idea de vida, VI, 173. 80 Sobre la admiración que Ortega sintió por Scheler, ilustran estos pasajes: «No hace muchos años, mi gran amigo Scheler —una de las mentes más fértiles de nuestro tiempo, que vivía en incesante irradiación de ideas— se murió de no poder dormir» (O rteg a , El hombre y la gente, VII, 85). «El primer hombre de genio, Adán del nuevo Paraíso (es decir de la Fenomenología) y como Adán hebreo... Max Sche ler... ha sido de nuestra época el pensador por excelencia... La muerte de Max Scheler deja a Europa sin la mente mejor que poseía, donde nuestro tiempo gozaba en reflejarse con pasmosa precisión. Ahora es preciso completar su esfuerzo, aña diendo lo que le faltó: arquitectura, orden, sistema» ( O rteg a , Max Scheler. Un embriagado de esencias, IV, 510-511). 81 «Sería fácil comprobar que Scheler influyó desde 1914 —como se sabe, el año de la publicación de las Meditaciones del Quijote en las doctrinas antropológicas de Ortega» (Nelson O rringer , Ortega y sus fuentes germánicas, Madrid 1979, 238).
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