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156 jo s é luis RODRÍGUi;/ \ii > u \ i : ko Ciertamente, si se toman en consideración las referidas fechas de la ponencia scheleriana (1927), y las de los ensayos de Ortega (1924-1925), cuya anterioridad no puede por menos de sorprender, parece que la «paternidad» de la antropología filosófica, no sólo como proyecto de una nueva disciplina, sino incluso como tal deno­ minación, debe ser atribuible al autor español. Por lo que, en con­ secuencia, sería procedente reivindicar y destacar esto a favor de nuestro filósofo frente al tópico general de la supuesto «paternidad» scheleriana. Ahora bien, ¿es esto realmente válido? ¿Es, en verdad, Ortega el pionero de una antropología filosófica «aún no intentada como disciplina»?77. ¿Debe desmentirse el tópico predominante sobre la relevancia fundamental de Max Scheler en la labor fundacional de la antropología filosófica como saber específico? Intentemos acla­ rar este estado de cosas. En el prólogo de El puesto del hombre en el cosmos , Scheler hace una serie de indicaciones en las que, a la vez que subraya la importancia de la antropología filosófica, pone de manifiesto cómo se ha estado ocupando expresamente sobre ésta, en sus publicacio­ nes, dando clases, etc., desde el año 1922 78. A pesar del tenor y momento de las formulaciones orteguianas, la cuestión acerca de a quién es de atribuir en verdad el origen del planteamiento sobre la necesidad de elaborar una antropología filo­ sófica como saber específico, no necesita, sin embargo, de mayor controversia para dilucidar que a quien corresponde, en verdad, la labor pionera respecto de la antropología filosófica es a Max Scheler. Curiosamente, Ortega, en un lugar distinto de los últimamente mencionados, califica a Scheler como 77 Ortega, /. c. 78 «Este trabajo —es decir, El puesto del hombre en el cosmos — representa un breve y comprimido resumen de mis ideas sobre algunos puntos capitales de la antropología filosófica que tengo entre las manos hace años... Pero, desde el año 1922, los largos esfuerzos que he hecho, abordando el pro­ blema por todos los lados posibles, se han concentrado en la composición de una gran obra... En mis lecciones... sobre antropología filosófica... dadas en la Universi­ dad de Colonia entre 1922 y 1928, he expuesto repetida y extensamente los resulta­ dos de mis investigaciones, superando, con mucho, los fundamentos aquí indicados» (Max S ch ele r, o. c ., 5-6; trad. esp., 19-21).

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