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130 JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ MOLINERO La confirmación sobre la viabilidad de este propósito tiene su base en el hecho de que en las publicaciones de Ortega hay todo un haz de definiciones antropológicas distintas, que surgen en él con motivo de ocasiones muy diversas. Mas, en el caso de aceptarse esta vía o perspectiva, uno no debería quedarse solo (para no crear lagunas antropológicas llamati vas) en una u otra de las definiciones antropológicas ofrecidas por Ortega —piénsese, por ejemplo, en las conocidas aserciones: «Yo soy yo y mi circunstancia»o «el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene... historia»2— , dejando a un lado otras que son no menos relevantes desde el punto de vista antropológico. Mencionemos algunas, aunque sólo sea a título de ejemplo, y sin pretender, por tanto, ser exhaustivos en este punto. El hombre: es «un glorioso animal inadaptado»3; «el hombre —no lo olvide mos— fue una fiera y, en potencia, sigue siéndolo...»4; más que homo sapiens (como afirmó en el siglo x v iii «un tanto ridiculamente» Linneo, comenta Ortega), el hombre es «homo insciens, insipiens *5; es «un animal técnico»6; ... es «primaria y fundamentalmente acción»7; 1 J. O rtega y G asset , Meditaciones del Quijote (Obras completas, ed. Revista de Occidente, Madrid) 19, I, 322. En adelante, citamos volumen y página de esta edición. 2 «... el hombre no es una cosa, ... es falso hablar de la naturaleza humana, ... el hombre no tiene naturaleza» (O rtega , La historia com o sistema, VI, 24). Y más adelante: «En suma, que el hombre no tiene naturaleza, sino que tiene... historia. O, lo que es igual: lo que la naturaleza es a las cosas, es la historia — como res ges- tae — al hombre. Una vez más tropezamos con la posible aplicación de conceptos teológicos a la realidad humana. D eus cu i h oc est natura q u od fecerit..., dice San Agustín. Tampoco el hombre tiene otra “naturaleza” que lo que ha hecho* (l. c., 41). Y en otro lugar: «... que la verdadera “naturaleza” humana no es histórica... es un residuo racionalista. Pero basta con extirpar este residuo racionalista para que quede franca ante nuestra mirada como “sustancia” del hombre precisamente su variación, lo histórico. El hombre, según esto, no tiene una “naturaleza” sino una... historia. Su ser es innumerable y multiforme: en cada tiempo, en cada lugar, es otro» (ORTEGA, Gu illerm o D ilthey y la id ea d e la vida, VI, 181. Véase también, 198). 3 O rtega , El hom bre y la gente, VII, 183. 4 O rtega , El hom bre y la gente, VII, 223, 218. 5 O rtega , El hom bre y la gente, VII, 91. 6 O rtega , /. c., 86 . 7 O r te g a , /. c., 88, 92, 94.
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