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144 JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ MOLINERO las Meditaciones es cónstatable que la impronta racionalista, que ha dejado en él su maestro neokantiano de Marburgo, Hermann Cohén, no está del todo extinguida, posteriormente, sin embargo, las influencias recibidas apuntan hacia otras perspectivas de índole bio- y psicologista, que tienen una de sus fuentes principales en la feno­ menología de Max Scheler y —en una interpretación más objetivista y pluralista de la cultura— en las filosofías de la cultura, entonces tan en boga, principalmente en la de Oswald Spengler45. Finalmente, tras la irrupción en el escenario filosófico de la obra El ser y el tiempo (1927), del entonces todavía joven filósofo Martin Heidegger, que de modo tan llamativo atrajo la atención de Ortega, la confrontación que éste practicó entre su concepto de vida y el de existencia del filósofo alemán marcó el rumbo postrero al concepto de vida de nuestro autor. En la primera etapa, el eje principal que confiere unidad temá­ tica al concepto orteguiano de vida podemos decir que está primor­ dialmente determinado por la cuestión sobre la relación: vida-cultu­ ra. O, dicho de otro modo, la determinación de lo que es la vida tiene como referente principal la cultura. La vida es concebida al servicio de la cultura. Situando el aspecto ideal de la vida en la cul­ tura, Ortega concibe a ésta como norma de conducta. En las Medi­ taciones no aparece aún propiamente la problemática concerniente a las relaciones entre vida y razón. Ni, además, tampoco en ésta ni en la etapa siguiente, la vida adquiere el carácter de realidad radical que tendrá finalmente tras la confrontación con Heidegger. Ante su público —español— Ortega lo que pretende es acentuar el valor de la cultura y, por eso, trata de destacar que ésta comporta un modo de vida superior a «lo simplemente vital», o a la simple vida46. 45 Recuérdese, al respecto, la famosa y archiconocida obra en Alemania, nada más ver la luz pública (1918-1922), de este autor: Der Untergang des Abendlandes. Umrisse einer Morphologie der Weltgeschichte: I) Gestalt und Wirklichkeit; II) Welt­ historische Perspektiven. Trad. esp., La decadencia de Occidente. Forma y realidad (I); Perspectivas de la historia universal (II). 46 Veamos expresadas estas ideas en el siguiente texto que, para una mejor comprensión, recogemos ampliamente: -No me obliguéis a ser sólo español, si espa­ ñol sólo significa para vosotros hombre de la costa reverberante... No azucéis al ibero que va en mí con sus ásperas, hirsutas pasiones contra el blondo germano,

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