PS_NyG_1995v042n001p0103_0128

LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE LA MUJER.. 107 La respuesta de Pablo VI tardó algunos meses, casi medio año. Pero el 30 de noviembre le envió la siguiente carta, que también resumimos: 1. El Papa se complace por el trabajo serio realizado entre las dos Iglesias, tanto en el ámbito teológico como en la colaboración cristiana. 2. Dada la disposición de franqueza y confianza que reina entre los representantes de las dos Iglesias, toma nota de la información que le envía sobre el problema surgido y de su desarrollo en la Iglesia anglicana acerca de la ordenación sacerdotal de las mujeres y le agradece esta cortesía. 3. «Vuestra Gracia está naturalmente muy al corriente de la posición de la Iglesia católica en esta materia. Ella sostiene que no es admisible ordenar mujeres al sacerdocio por razones verdaderamente fundamentales. Tales razones incluyen: el ejemplo de Cristo registrado en las sagradas Escri­ turas, al escoger a sus apóstoles exclusivamente entre varones; la práctica constante de la Iglesia, que ha imitado a Cristo en la exclusiva elección de varones, y su magisterio vivo, que ha determinado coherentemente que la exclusión de la mujer del sacerdocio está en armonía con el plan de Dios para su Iglesia». 4. Recuerda el Papa el trabajo de la Comisión conjunta católico-angli­ cana sobre ministerio y ordenación , en la que se ha llegado a un texto común. 5. El nuevo curso emprendido por la Comunión anglicana, al admitir mujeres al sacerdocio ministerial, «no puede menos de introducir en este diálogo un elemento de grave dificultad, que debería ser tenido en cuenta por todos aquellos implicados en el diálogo. Pero los obstáculos no destru­ yen el mutuo esfuerzo en la búsqueda de la reconciliación». 6. Pablo VI constata con satisfacción que ya ha tenido lugar un pri­ mer coloquio entre los representantes anglicanos y los representantes del Secretariado para la unión de los cristianos, «durante el cual se ha recono­ cido la fundamental importancia teológica de la cuestión». Termina expre­ sando su deseo de que «este comienzo pueda guiar hacia un futuro parecer común y al crecimiento de la comprensión recíproca». Pablo VI adelanta ya en esta carta el esquema y las razones que desarrollará la declaración «Inter insigniores» de la CDF, publicada un año después. Pero la comunicación epistolar continúa.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz