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LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE LA MUJER. 105 Esta actitud de la Iglesia anglicana provocó una dura prootesta del arzobispo de los ortodoxos de Gran Bretaña, Atenágoras de Tia- tira 2. No obstante, las ordenaciones de mujeres se fueron multipli­ cando en los años siguientes en diferentes países: Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda, Australia, etc. 3 Culmina esta primera etapa con la XI Conferencia de Lambeth (julio de 1978), en la que se apro­ bó una proposición que dejaba en libertad a cada provincia para proceder a la ordenación de mujeres, según su criterio. De esto nos acuparemos más adelante. II. EL DIÁLOGO ENTRE CANTORBERY Y ROMA Había comenzado en diversos países de Asia y América la orde­ nación de mujeres al sacerdocio. Este movimiento parecía impara­ ble. En la Iglesia de Inglaterra se veían estos hechos con cierta preocupación debido a las consecuencias que implicaba para las relaciones con otras Iglesias, e incluso por las tensiones surgidas en el seno mismo de la Iglesia anglicana. En el Sínodo General de Inglaterra, celebrado en julio de 1975, en la ciudad de York, presen­ tó una moción L. G. Moos, en la que se pedía al Sínodo que, ante las dificultades ecuménicas que posiblemente surgirían a causa de la ordenación sacerdotal de las mujeres, se informase a las demás Iglesias cristianas de la eventual ordenación sacerdotal de la mujer en la Comunión anglicana. El informe debía considerar dos puntos: 1) comunicar a las demás Iglesias que la Iglesia anglicana no ve objecciones fundamentales a tal ordenación; 2) invitar a una revisión de los fundamentos teológicos que impiden a la mujer el acceso al orden sacerdotal. Siguiendo esta indicación, el arzobispo de Cantorbery, Dr. Do- nald Coggan, inició después del Sínodo un viaje a Roma y a Utrecht para hablar de este asunto con el Papa y el arzobispo de los vetero- 2 Cf. Osserv. Rom., 16-17 de julio de 1975. 3 Tomamos estos datos del libro de M. A lcalá , La m ujer y los m inisterios en la Iglesia, pp. 109-120, y del artículo de J. P iq u er , ‘La decisión de no admitir la mujer al presbiterado, ¿arcaísmo o fidelidad?’, Phase 17 (1977) 515-534.

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