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104 DOMICIANO FERNÁNDEZ tenida hasta ahora » 1. Este planteam iento, sin embargo, cambia nota­ blemente en la Iglesia católica, ortodoxa y anglicana. D ebem o s partir de los h e ch o s que han creado la situación actual. La primera ordenación de una mujer en la Comunión angli­ cana tuvo lugar en Hong Kong en 1944. El ob ispo R. O. Hall, pro­ ced iendo por propia inciativa, sin consultar el parecer de otros obis­ pos, o rdenó sacerdo te a la d iacon isa Li Tim Oi para atender a las n ecesid ades pastorales de los fieles de Macao, en to n ce s ocupada por los japoneses. La reacción de las otras provincias anglicanas por aquel proceder «no canónico» fue muy negativa, sobre todo en Ingla­ terra. Ante aquella actitud, la «ordenada» renunció voluntariamente al ejercicio de su ministerio. En sep tiem b re de 1958 la Iglesia luterana de Suecia decid ió «ordenar» o confiar el cargo de Pastor a las mujeres con los mismos derechos y los mismos deberes que los varones. Esta iniciativa sus­ citó bastantes tensiones y no pequeña oposición en su Iglesia, pero fue ganando terreno entre los reformados, especialmente en Francia. En 1971 y 1973 el obispo anglicano de Hong Kong, sucesor de Hall, de acuerdo con su Sínodo, confirió la ordenación sacerdotal a tres mujeres. Esta vez no hubo tantas protestas. En 1974 los Episcopalianos de Filadelfia ordenaron a 11 muje­ res, pero el h echo suscitó una gran polém ica y la Cámara de Obis­ pos declaró inválida la ordenación. Un hecho de mayor importancia tuvo lugar en julio de 1975. El Sínodo General de la Iglesia anglicana de Canadá, reunido en Que- bec, aprobó en principio la adm isión de las mujeres al sacerdocio. En julio del m ismo año tomó idén tica decisión el Sínodo General de Inglaterra, siendo arzobispo de Cantorbery el Dr. Donald Cog- gan. El arzobispo Coggan se sintió obligado a informar de esta deci­ sión al papa Pablo VI. Comienza así una interesante corresponden ­ cia ep istolar, qu e luego re cog e rem o s. El tema de la o rd en ación sacerdotal de la mujer también estuvo presente en el Consejo Ecu­ m énico de las Iglesias celebrado en Nairobi en diciembre de 1975. 1 Véase dicha Relación en Dial.Ecum., 24 (1989) 203-207. Texto cit. en p. 205.

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