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LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE LA MUJER. 115 ra. De esta suerte, la cuestión de la ordenación de las mujeres, particular­ mente en lo que se refiere a la función episcopal, ha sido una fuente de profundas divisiones». 4. A pesar de todas las divergencias, reconoce el arzobispo R. Runcie que la nota dominante ha sido la unidad. Es posible que muy pronto, sobre todo en Norteamérica, sea consagrada una mujer como obispo. La Confe­ rencia de Lambeth ha decidido respetar esta decisión, aun cuando todos los demás obispos y provincias no estén dispuestos a reconocer la ordena­ ción de una mujer para el episcopado. 5. Esto provoca dolor y sufrimiento a causa de cierto debilitamiento de la comunión. Pero, por dolorosa que sea esta solución, es preferible a la de un cisma en el seno de la misma Comunión anglicana. 6. «Reconocemos las implicaciones ecuménicas de este debate, pero sabemos que la Iglesia católica consideraría un cisma en la Comunión anglicana como un obstáculo ecuménico grave». 7. Se reconoce igualmente la necesidad de un estudio más amplio sobre la ordenación de las mujeres, que debiera llevarse a cabo sobre una base ecuménica. 8. Se alegra de que el metropolita Juan de Pérgamo, que es co-presi- dente del diálogo anglicano-ortodoxo y miembro de la Comisión interna­ cional católica-ortodoxa, se hiciera eco de la proposición que él mismo había presentado en el discurso de apertura: «Me parece que no hemos comenzado a tratar el tema de la ordenación de mujeres como un proble­ ma teológico en un plano ecuménico. Mi ruego es que se elabore tal deba­ te ecuménico, incluyendo a todos los cristianos, en un clima de confianza y respeto mutuo». 9. Uno de los actos más importantes de la Conferencia fue el estable­ cer un con sen su s de la Comunión anglicana sobre las declaraciones de acuerdo del diálogo establecido por nuestros predecesores en 1966. Los obispos anglicanos han aceptado con una amplia mayoría los acuerdos de la ARCIC sobre la Eucaristía y Ministerio ord en ado, que están «sustancial­ mente en armonía con la fe de los anglicanos». 10. «Mientras que los obispos de la Comunión anglicana son cons­ cientes de que no habrá una solución fácil al difícil problema de la ordena­ ción de mujeres, yo veo esta vigorosa aprobación del trabajo de la ARCIC I como un paso significativo hacia adelante por parte de los anglicanos hacia “un reconocimiento mutuo de los ministerios de nuestras dos Comunio­ nes”, del cual hemos hablado juntos en Cantorbery en mayo de 1982». 11. Y termina esta importante carta manifestando sus deseos de pro­ seguir el esfuerzo por la unidad: «A pesar de los obstáculos, los obispos de

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