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LA ORDENACIÓN SACERDOTAL DE LA MUJER. 113 III. XII CONFERENCIA DE LAMBETH (1988) El lapso de tiempo que corre entre 1978 y 1988 fue rico en acontecimientos, encuentros, declaraciones y hechos relevantes que no vamos a referir. La ordenación de diaconisas y presbíteras en la Iglesia anglicana había crecido vertiginosamente. Las estadísticas ofrecen para estas fechas el número de 1.424 diaconisas y 1.269 mujeres sacerdotes esparcidas en diversos continentes. Las mujeres sacerdotes se distribuyen así: 958 en USA, 205 en Canadá, 94 en Nueva Zelanda, seis en Macao, dos en Brasil y dos en Kenia. Queda todavía como roca fuerte, que no cede a los embates de las innova­ ciones, la Iglesia de Inglaterra, pero esta situación no va a durar mucho tiempo. El papa Juan Pablo II publicaba en 1988 la carta apostólica «Mulieris dignitatem», en la que exaltaba la dignidad y la función de la mujer en la Iglesia, pero mantenía y ratificaba la posición tradicional de la Iglesia católica respecto a la ordenación de la mujer: «Cristo, llamando como apóstoles suyos sólo a hombres, lo hizo de un modo totalmente libre y soberano. Y lo hizo con la misma libertad con que en todo su comportamiento puso en evi­ dencia la dignidad y la vocación de la mujer, sin amoldarse al uso dominante y a la tradición avalada por la legislación de su tiempo. Por tanto, la hipótesis de que haya llamado como apóstoles a unos hombres, siguiendo la mentalidad difundida en su tiempo, no refle­ ja completamente el modo de obrar de Cristo» (MD, 26). Y un poco más adelante insiste: «Sólo ellos (los Doce) recibieron el mandato sacramental: “Haced esto en memoria mía” (Le 22,19; lCor 11,24), que está unido a la institución de la eucaristía» (ibid.). No se podía esperar, por consiguiente, un cambio de actitud por parte de la Iglesia católica. La XII Conferencia de Lambeth, por el contrario, no trató sola­ mente de la ordenación sacerdotal de la mujer, sino también de la episcopal. Se renuevan los mismos debates que en 1978 sobre el sacerdocio y se llega a los mismos resultados. Se aprueba una reso­ lución en la que se pide respeto hacia aquellas Iglesias que decidie­ ron la ordenación episcopal de mujeres, sin que esto implique la aceptación de sus principios, y respeto hacia aquellas mujeres que fueren ordenadas obispos sin romper la comunión. Cuestionar la

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