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100 FELIPE F. RAMOS Como ante un enfermo con múltiples y graves dolencias: psi­ cológicas, sociológicas, religiosas, teológicas y existenciales en gene­ ral, el fundamentalismo-literalismo requiere un tratamiento especial con aplicaciones terapéuticas variadas, según las exigencias de cada caso o de cada grupo. En primer lugar, el acercamiento a él debe hacerse desde la comprensión y la empatia. Son las palabras utili­ zadas por H. Küng82, que las toma de Fahrenholz (p. 415 de su ar­ tículo, citado varias veces). El fundamentalismo no es campo para una confrontación directa, no se le puede combatir. Una vez lograda la confianza vendrá con relativa facilidad el acercamiento a la Biblia hasta descubrir su verdadera naturaleza. Un paso que debe darse con gran tiento y no menor sabiduría para remover lo que ellos consideran como intocable. Sin afirmarlo, natu­ ralmente. Recurriendo al lenguaje metafórico-simbólico que también nosotros utilizamos en la conversación diaria, como «hace mil años que no te veo», comparaciones, alegorías, fábulas... a las que recu­ rrimos. Pues bien, si Dios utilizó nuestro lenguaje debió dar a sus expresiones el mismo sentido que les damos nosotros. Un punto que les inquietará, desmotando su seguridad absolu­ ta, será el descubrimiento del pluralismo que existe en sus «funda­ mentos» y raíces, la justificación de la libertad y la apertura a los demás. Y esto puede hacerse tanto con el judaismo —en su historia es fácil descubrir una tradición pluralista con múltiples interpreta­ ciones posibles— como con el islamismo —en el Corán y en la Sunna— como con el cristianismo, con el que resulta más fácil, con sólo aducir los cuatro bloques que integran el NT con sus peculiari­ dades específicas. El reconocimiento de los fallos del «adversario» —al que ellos consideran como tal; todo aquel que piensa de manera distinta a ellos— , aceptando la irresponsabilidad de una adaptación indolente y acrítica al espíritu de la época sin tener en cuenta muchas veces principios universales que no deben ser puestos en tela de juicio. Se deben presentar nuevas directrices de carácter espiritual que puedan infundir al hombre moderno, sumergido en este torbellino de la historia, nuevas esperanzas y nuevas energías vitales. Esto sig- 82 H. K ü n g , art. cit., 559.

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