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98 FELIPE F. RAMOS El fundamentalismo estricto, el original, el descrito en el segun­ do párrafo de la IBI sobre la lectura fundamentalista de la Biblia, que gira en torno a los cinco puntos allí mencionados, significa una dapauperación radical del cristianismo. El abanico doctrinal tenía que extenderse muchísimo más, y el abierto por ellos debía ser revi­ sado tan a fondo que algunos de los puntos mencionados no se parecerían nada, o muy poco, a su formulación original. Si ejerció alguna influencia positiva en el tiempo original, hoy se halla muy lejos de ser una aproximación elementalmente seria al cristianismo. El fundamentalismo en sentido amplio, el fundamentalismo-lite- ralismo, cubre una serie de modalidades que requieren un trata­ miento diverso. Ante el pluralismo que se iba abriendo camino de forma necesaria e imparable, el fundamentalismo levantó la voz ante el peligro que entrañaba de desembocar en el relativismo. Cierto que se trata de conceptos diferentes, pero no lo es menos que el paso del uno al otro era tan corto que se ha dado con mucha fre­ cuencia. La obligada necesidad de adaptación de la fe cristiana a las nue­ vas circunstancias creadas por la mayoría de edad alcanzada por la ciencia, por un conocimiento más objetivo de la verdad histórica... obligaba a desentenderse de los elementos contingentes en que habían sido transmitidos los «fundamentos». Pero, dada la unión entre lo esencial y lo contingente, esta eliminación y el cambio obli­ gado de lo contingente podía afectar también a lo esencial. El fundamentalismo ha cumplido a veces la finalidad del mal menor. Frente a los excesos de la teología liberal y las desviaciones del modernismo, se constituyó en defensor de la ortodoxia, aunque fuese, por las inevitables razones del movimiento pendular, al extre­ mo opuesto, no menos heterodoxo que el que ellos combatían. Tenía, sin embargo, la ventaja de destacar la intervención divina, aunque no fuese presentada adecuadamente y necesitase rectifica­ ciones profundas. Frente a los gravísimos peligros mencionados, los fundamentalistas presentaron la fe cristiana no como un simple modo de pensar, ni como una forma de vida en el mundo. Descu­ brieron en ella el modo de relacionarse con Dios, que creó el mundo y lo redimió por medio del sacrificio de su Hijo en la cruz. Y esto es válido para cualquier tiempo y para todas las épocas. Su insistencia en el aspecto espiritual del mensaje cristiano ha sido

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